Damián no supo a ciencia cierta
qué sucedió. En un glorioso momento estaba dando una vuelta al cielo en los
brazos de Elisa, sintiendo la sedosidad de sus carnosos labios entre los suyos,
saboreando su dulce elixir; y al siguiente instante una fuerte mano se la había
arrebatado despiadadamente de sus brazos, con un cruel jalón. La sangre le
hirvió en las venas como lo hace la lava dentro del volcán, amenazando con
explotar, al ser testigo del desdeñoso maltrato del que era objeto su delicada
ninfa, pero se tuvo que contener haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad
y su sentido común. El hombre que jaloneaba tan vilmente a Elisa era el padre de
ella y por más que deseará liberarla y protegerla, su intervención sólo habría
enardecido más al señor y presentía que al tratar de defenderla, en vez de
ayudarla, la perjudicaría más.
Damián intentó disculparse con el
iracundo padre de Elisa. Trato de explicarle que él era el único responsable,
que descargara en él su coraje, que su hija tan sólo había pecado de inocente,
que si alguien tenía culpa alguna en esa situación era él, pero el señor hizo
caso omiso, lo ignoró por completo y arrastró a su hija dentro de la casa
profiriéndole una letanía de sermones y promesas de castigos que harían temblar
al mismo Hércules, pero que ella soportaba estoicamente. Impotente y
desesperado, Damián se quedó mirándola hasta que se perdió de su vista, y antes
de desaparecer por completo, la dulce Elisa tuvo la delicadeza de girar y
mirarlo destellando una muda disculpa en sus bellos ojos. Un férreo, pero
incomprensible instinto de protección nació de golpe en su corazón hacia la
tierna criatura que sostenía en sus brazos tan sólo un instante atrás. Algo
cambió en su interior, su vida no sería jamás la misma, estaba seguro de ello.
Elisa Corcuera no era una estrella fugaz en su existencia, era mucho más que
eso, no sabía bien qué, pero de efímero no tenía absolutamente nada.
-¡Maldita sea! –Gritó una vez a
solas, pateando el aire y cerrando los puños por la impotencia-.
Antes de regresar al salón trató
de serenarse. Estaba bastante ofuscado, haber retenido el coraje y la necesidad
de defender a Elisa lo había dejado temblando de rabia. Damián tenía crispado
los dientes, de buena gana hubiera arrebatado a Elisa a su padre y protegido
con sus brazos, pero eso hubiera empeorado las cosas, seguro se habría armado
un escándalo y la peor parada hubiera sido ella. Su estoico comportamiento
había sido el idóneo, pero sólo Dios sabe lo difícil que había sido
controlarse.
Después de inhalar y exhalar
varias veces, Damián logró controlar su indignado ímpetu juvenil. Una vez que
logró serenarse lo mejor posible regresó al interior de la mansión. Una sola
determinación oscilaba en su mente: Conseguir la dirección de Elisa Corcuera
para hablar con su padre, necesitaba explicarle las cosas y buscar su
autorización para seguir viendo a su hija. No sabía cómo ni por qué, pero algo
había cambiado en su interior, sus convicciones e ideales habían tomado un
rumbo diametralmente opuesto. Sus prejuicios nacionalistas habían sido arrastrados
por la tormenta de ese maravilloso beso que los mandó a confines lejanos, a un
rincón olvidado de donde ya no regresarían. Ahora no sólo deseaba cortejar a la
muchacha, sino que una incipiente llamarada de amor se abría paso desde el
fondo de su alma, no le importaba ya ni la nacionalidad ni el origen ni el
apellido ni nada… desde el momento en que tuvo a Elisa en sus brazos supo que
su única patria de ahora en adelante sería su tierno corazón. Una locura, lo
sabía, pero qué es el amor sino una maravillosa perdida de la cordura.
En un par de zancadas llegó al
salón del baile. A pesar de que intuía que no vería más a Elisa esa noche, la
buscó con la mirada. Nada. Ni un solo rastro de ella y su tirano padre. Al ver
los diferentes grupos de jóvenes platicando animadamente, una incertidumbre se
le coló por las rendijas de la razón, ¿habrá montado algún escándalo el padre
de Elisa? ¿La crema y nata de Guadalajara reunida en esa fiesta se habrá
enterado del episodio de la terraza? Estaba casi por completo convencido que el
señor Corcuera había guardado las apariencias, por más enojado que estuviera no
expondría a su hija al escarnio público y, más que nada, no pondría su nombre,
ni su apellido ni su persona en un ridículo de esa magnitud; la gente de
alcurnia de lo que más se protegía era de las lenguas viperinas, sería
irrisorio pensar que sólo por darle un castigo a su hija la expusiera de esa
manera… Sin embargo, el desosiego no se le desaparecía de la boca del estómago ¿Y
si alguien más había visto y regado como pólvora lo que pasó? Tan sólo pensar que
el tema de conversación de la noche fuera el beso que él y Elisa se dieron en
la terraza le hacia derramar la bilis al grado de teñirle la faz de un tenue
color amarillo. Y no era lo que dijeran de él lo que le preocupaba, eso lo
tenía sin cuidado, le importaba lo mismo que un piquete de hormiga, o sea,
nada. Lo que en realidad le afectaba era que ella se viera envuelta en el escándalo,
que su reputación se pusiera en juego, eso sí que le atormentaba. Él como
hombre sería elogiado, es más, hasta lo considerarían una hazaña, pero ella
sería tachada como de lo peor. Damián no pudo evitar pensar en la enorme
diferencia que la sociedad hacía a la hora de juzgar a una mujer y a un hombre
por el mismo acto. Ellas siempre tienen
las de perder, pensó, meditabundo.
Con movimientos ágiles y
estudiados se fue colando entre la multitud formada en diferentes grupos. No se
detenía en ninguno, pero aguzaba el oído a más no poder, tratando de captar de qué
hablaban. Para su gran alivio en ninguna de las conversaciones escuchó su
nombre o el de ella, tampoco hubo alusión alguna al beso de la terraza. Todas
las charlas que oyó en su serpenteo por los distintos y variopintos grupitos
eran fútiles, lo normal en esas reuniones. Después de una concienzuda
evaluación de cabo a rabo del salón, Damián buscó con la mirada a alguien
conocido con quien pudiera hacer alguna pesquisa importante sobre Elisa, pero
la búsqueda estaba resultando infructuosa, se movían en los mismos círculos
sociales, pero nunca antes se habían visto, no sabía a quién era prudente
preguntar por ella. Estaba a punto de acudir a su última instancia, que era
sacarle alguna información lo más prudentemente posible a los anfitriones,
cuando alguien lo llamó por su nombre, era Lothar Müller, su mejor amigo, quien
se acercaba a él, acompañado de una linda jovencita, la cual le resultaba
conocida, pero no lograba identificar plenamente.
-Damián, hombre, ¿qué te pasa?
Pareces perturbado –inquirió Lothar mientras extendía su mano para saludarlo-.
Damián le devolvió el apretón de
manos y saludó con una galante inclinación de cabeza a la jovencita que lo
acompañaba. Ella le respondió con una sonrisa y entonces la reconoció: ¡Era la
chica que estaba sentada junto a Elisa en la cena! Seguro ella podría darle la
información que tanto necesitaba.
-Usted estaba junto a ella en la
cena, ¿verdad? Las vi conversando, ¿la conoce? ¿Es su amiga? –exclamo de
sopetón, olvidándose de cualquier tipo de formalidad e ignorando olímpicamente
a su amigo, que lo miraba bastante extrañado-.
La muchacha sonrió de tan
peculiar manera que Damián no supo interpretar que a veces las mujeres pueden
ser muy enigmáticas.
-¿Ella? ¿Quién es ella? –Lothar
estaba más que desconcertado, pero no lo suficiente para olvidar sus finos
modales, por lo que sin mayor preámbulo y disculpándose profusamente presentó a
su compañera con su amigo-: Qué despistado y grosero, discúlpenme por favor.
Damián, ella es Lucrecia Vidurri, mi compañera de baile esta noche. Lu, él es
Damián Metzger, mi mejor amigo.
Damián y Lucrecia se miraron. Él
tomó su mano entre las suyas y como dictaba la norma y la costumbre le dio un
delicado beso en la mano, ese era un galante gesto que los caballeros siempre
dedicaban a una dama cuando les era presentada.
-Mucho gusto, señorita –La miró
con suspicacia y agregó-: ¿La conoce? ¿Es amiga de Elisa?
-Sí, es mi amiga… ¿Por qué quiere
saberlo?
Lothar miraba a Lucrecia y a Damián
como si hablarán en otro idioma, en su rostro se veía claramente reflejado un
enorme signo de interrogación. No entendía absolutamente nada. Se le hacía tan
extraño el comportamiento ansioso de su amigo por una mujer, la cual por su
nombre y apellido enseguida supo que no era alemana ¿A caso Damián había
perdido el juicio? ¿Por qué tanto interés en esa joven?
-Porque me interesa… y mucho –le
contestó sin titubeos-. Quiero saber todo de ella… y usted me va a ayudar.
-¿Qué lo hace estar tan seguro que
le daré información de mi amiga?
-Precisamente por eso, porque es
su amiga –Hizo una pausa y miró de un lado a otro para cerciorarse que nadie
les escuchaba-. Elisa me ha cautivado, Lucrecia –confesó sincero-. Todo sucedió
tan rápido que no pude ni darme cuenta cómo fue, pero se me instaló en el
sistema, es algo irracional, se escapa a toda lógica y comprensión…
-¿Ella siente lo mismo que usted?
–Preguntó la joven-.
Instintivamente Damián se llevó
los dedos a sus labios y aún pudo sentir latiendo en ellos el beso que se
dieron en la terraza. Sonrió al evocarlo.
-Creo… estoy seguro que sí.
-Su atracción por ella es…
–Lucrecia guardó silencio buscando las palabras adecuadas para indagar lo que
deseaba de manera sutil, pero no encontró otra forma de preguntar lo que
quería, tan sólo había una para hacerlo, así que sin darle más vueltas expresó
su filoso cuestionamiento-: ¿Desea cortejarla… en serio?
-Quiero conocerla mejor, me ha
dejado cautivado e intrigado… –La mirada de Damián se perdió en la nada, buscaba
desesperadamente las palabras exactas que describieran lo que sentía, pero cómo
expresarlo verbalmente si ni él mismo podía descifrar su sentimientos
claramente, tan sólo sabía que Elisa había movido su mundo desde los cimientos
con la fuerza de su arrebatadora mirada-.
-Eso no es suficiente –enfatizó
Lucrecia-. Mi amiga merece a alguien que tenga serias intenciones de algún tipo
de formalidad a futuro con ella…
-Sí, quiero cortejarla –acotó
Damián con determinación-. Quiero hacerlo de la mejor manera, no puedo asegurar
que lleguemos a un compromiso, pero de lo que sí puedo estar seguro es que mi
intención es iniciar una relación seria con la debida autorización de sus
padres.
Lothar se había mantenido a raya
en la conversación, pero ante la última declaración de su amigo tuvo que
intervenir. La declaración de intenciones de Damián lo había dejado más que
atónito, él también era alemán y sabía de la intrincada tradición que existía
entre ellos de casarse sólo con mujeres de su misma nacionalidad. Le parecía
inaudito que en una sola noche su amigo hubiera cambiado de parecer haciendo a
un lado ese sentimiento nacionalista que a ambos le habían inculcado casi desde
que tenían uso de razón. La cual, por cierto, parecía que Damián había perdido
por completo.
-No estarás hablando en serio, ¿o
sí? –Intervino Lothar- ¡Es una insensatez! Ella no es…
-Soy perfectamente consciente de
eso y no me importa –declaró Damián-.
-¿Cómo puedes dejar de lado algo
tan esencial? ¿Olvidar en una noche, en un segundo todo lo que has creído desde
niño? –inquirió Lothar, asombrado-.
-Ni yo mismo lo sé… De súbito se
me clavó en el alma, el amor nació fácil en mí, sin que yo pudiera oponer un
ápice de resistencia.
Hasta el mismo Damián se
sorprendió de su vehemente declaración. Casi sintió que salió de su cuerpo para
observarse desde fuera, la convicción que descubrió en sus facciones lo
estremeció de pies a cabeza. Sí, sus palabras eran ciertas, tan ciertas o hasta
más como el irrefutable hecho de que el sol sale por el oriente y se oculta por
el poniente. El destino le había tendido la trampa y él había caído
irremediablemente en los brazos del amor con el rostro más bello que jamás haya
visto, el de su Elisa.
-Haz perdido el juicio –arguyó
Lothar, mirándolo estupefacto-.
-Tal vez… -respondió lacónico y
se giró hacia Lucrecia- ¿Me proporcionará la información?
Lucrecia asintió con un
movimiento de cabeza, la determinación de Damián la había convencido, no le
quedó duda alguna que estaba interesado de verdad en su amiga.
En silencio, los tres se
encaminaron hacia un rincón más apartado y discreto. Necesitaban privacidad. Se
acomodaron lejos de la banda, en el extremo izquierdo al fondo del salón, no
había nadie por esos rumbos y podrían hablar tranquilamente…
Mientras Lucrecia le contaba con
santo y seña todo sobre Elisa a Damián, una escena siniestra se estaba llevando
a cabo unas cuadras más adelante sobre la misma calle Lafayatte, en casa de la
familia Corcuera Rivadeneira. El infierno se había desatado de la mano de
Fernando Corcuera, quien en ese justo instante dejaba caer sobre su hija toda
la furia de la que era capaz. Y un poco más.
-¡Has enlodado mi apellido! ¡Eres
una disoluta malagradecida! -Gruñó Don
Fernando, dejando caer sobre la mejilla de su hija una fuerte cachetada- ¡Te
has comportado como una cualquiera!
El fuerte golpe tiró a Elisa al
suelo. No era el primero que su padre le propinaba esa noche, pero sí el de
mayor intensidad. Trabajosamente se arrastró lejos de él en un mero acto
reflejo motivado por su instinto de supervivencia. A como sus débiles fuerzas
se lo permitieron alcanzó uno de los sillones del salón para apoyarse en él.
Elisa se llevó la mano a la mejilla para mitigar el ardor que le quemaba la
piel y ahogó un grito al descubrir un líquido espeso y caliente cerca de la
comisura de sus labios. El último golpe de su padre le había roto el labio
inferior. Desesperada miró hacia el sillón junto a la chimenea donde su madre
observaba impertérrita la violenta escena, buscaba un poco de consuelo en ella,
pero tan sólo encontró desprecio. Ni en ese momento en que estaba siendo tan
cruelmente maltratada su madre era capaz de mostrar siquiera un poquito de
compasión.
-¡Ni me mires así! –Grito su
madre-. En este momento no eres digna ni de lástima, me avergüenzo de ser tu
madre... ¿Cómo pudiste hacernos esto? ¿En que fallamos contigo?
Elisa cerró los ojos, la
incomprensión y dureza de su madre le dolían más que todos los golpes que su
padre le había dado esa noche ¿Cómo era posible que la despreciara de esa
manera? Si bien su comportamiento no fue el mejor, tampoco era para que la
trataran tan vilmente. Ellos eran sus padres, ¡por Dios, no podían!… o mejor
dicho, debían amarla, reprenderla cuando hiciera algo impropio como lo que ella
había hecho, corregirla e indicarle el comportamiento correcto. En vez de eso
la estaban casi martirizando, por un momento sintió que lo siguiente sería ser
quemada en la hoguera como en las tenebrosas épocas de la Inquisición.
Don Fernando levantó de nuevo el
brazo hacia su hija, pero justo antes de dejarlo caer con toda su fuerza sobre
ella, Elisa abrió los ojos y los clavó fijos y aterrados, sobre él. El pánico
que atenazaba las pupilas de la joven fue capaz de detener a su padre. Don
Fernando era un hombre intransigente, estricto y demasiado frío, pero la mirada
de Elisa fue tan impactante que hasta su gélido corazón se vio afectado.
-Lárgate de aquí –masculló con voz
grave-. Enciérrate en tu recámara, ahí te quedarás hasta que yo diga.
Elisa se quedó petrificada. Un
grito desesperado en su interior la incitaba a moverse, pero sus extremidades
se resistían a obedecer. Parecía como si su cuerpo hubiera sido fijado al suelo
por los clavos imaginarios del miedo. Ni siquiera era capaz de pestañear.
-¡Ahora! –Vociferó su padre-.
Antes de que me arrepienta de ser tan benevolente…
A como pudo, Elisa se levantó,
dando tumbos y tropezones logró alcanzar la puerta del salón y salir. Una vez
fuera y sintiéndose frágilmente a salvo caminó hacia la cocina, necesitaba con
urgencia la calidez de los brazos de su nana, ella le proporcionaría el
consuelo materno que tanto anhelaba. Sus pasos eran lentos y pesados, el
abatimiento que sentía en el alma le dificultaba moverse con rapidez. En el
umbral de la cocina se sintió exangüe, se apoyo en la cornisa del marco de la
puerta para no caer.
-¡Nana… Nana!…-Exclamo lo más
fuerte que su exánime voz le permitió-.
Elisa se quedó mirando fijamente
la puerta al fondo de la cocina que daba al área de las habitaciones del
servicio. Los segundos pasaban pesarosamente lentos. Abrió la boca para volver
a llamar a su nana justo en el momento en que la dulce señora cruzaba la
puerta. Al verla ahogó un grito de espanto al percatarse del estropicio en el
que estaba convertida su niña. Corrió hacia ella y la abrazó tiernamente, como
lo haría una buena madre. En el refugio de los brazos de su nana, Elisa pudo al
fin soltar la agonía que traía dentro y dejar salir su frustración y dolor en
un torrente de lágrimas que parecían no tener fin.
-Shhh… Tranquila, mi niña –la
consoló la nana, acariciando suavemente su cabeza-. No llores, mi´jita, todo
tiene solución en esta vida, menos la muerte. A ver –dijo, separando delicadamente
a su niña de sus brazos y con una mano rugosa y llena de callos por tantos años
de labor en la cocina le acarició la mejilla para secarle las lágrimas-,
cuéntale a tu vieja nana qué te ha puesto así, seguro son tonterías de…
La nana Chata detuvo de golpe sus
palabras al ver la sangre que escurría del labio de Elisa. Aguzó la vista y la
observó mejor, un moretón se empezaba a formar alrededor de su boca,
extendiéndose como una mancha de café sobre el mantel. Ahogó un grito
llevándose las manos a la boca y la miró asustada.
-¿Qué ha pasado, niña Licha?
–Preguntó con un notorio tono de alarma, pero usando ese cariñoso diminutivo
con el que solamente ella se dirigía a Elisa- ¿Quién te ha hecho esto? ¿Ha sido
tu padre?
Elisa asintió con la cabeza y un
débil “Sí” salió de sus labios.
-¡Es un bruto! –Farfulló la
nana-. De qué le sirve tanto refinamiento y alcurnia si se comporta como un
animal ¿Cómo es posible que golpee de esa manera a su hija? –Exclamó con
indignación mientras ayudaba a Elisa a sentarse en una silla-. Ojalá fueras ese
hombrecito que tanto deseó, así ahora le hubieras podido responder su golpe…
¡Cobarde! Pegarle a una mujer… A su hija… Es un desalmado… Si tu abuelo viviera
seguro lo despellejaría vivo al saber cómo te trata, él sí que era un buen
hombre…
Siguió despotricando contra Don
Fernando por un rato más, estaba totalmente molesta e irritada, Elisa era la
niña de sus ojos y no soportaba que nadie la maltratara, si fuera necesario
ella la defendería con su vida. Mientras lo hacía iba de un lado a otro
buscando todo lo necesario para curar el golpe en el labio de su niña. Con
extremo cuidado le limpió la sangre con un trapito humedecido con agua fría,
para después examinar a conciencia la herida, no era muy profunda, con un poco de
maguey asado cerraría pronto.
-¿Y qué fue lo que hiciste para
merecer la crueldad de tu despiadado padre, niña? –Inquirió la nana mientras
caminaba hacia el pequeño jardín que había junto a la cocina para cortar una
hojita de la maceta de maguey, por supuesto pidiéndole permiso a la penca para
hacerlo, ya que según la creencia popular, si no lo hacía se podría enojar y
marchitar-.
-¡Ay, nana! –suspiró Elisa- Si yo
te contara, seguro tú también te enojabas conmigo… Hice algo indebido
–prosiguió temblorosa-. Y lo peor es que no me arrepiento, lo volvería hacer
otra vez, aun sabiendo las consecuencias.
-¿Qué pudo ser tan malo?
–Preguntó intrigada la señora a la vez que sostenía la hoja del maguey sobre el
fuego de la estufa. Esa planta era un muy buen remedio, pero tatemada se
potencializaban sus cualidades-. Si tú eres un ángel, mi niña.
-Lo dices porque me quieres… Si
fuera un ángel, como dices, mis padres me querrían aunque fuera un poquito
–arguyó con una enorme tristeza en la voz-.
-Lo eres, son ellos los que no te
merecen –dijo sabiamente, soplando la hoja que sostenía en la mano-. Pero no me
cambies el tema, ¿qué fue lo que hiciste?
Elisa agachó la cabeza, de pronto
sintió un poco de vergüenza de confesarle a su nana lo que había pasado en la
terraza. No sabía cómo decirle que un joven la había besado, pero sobre todo no
sabía cómo contarle los muchos sentimientos profundos que ese beso y esa mirada
azul habían despertado en ella. Algo desconocido se estaba formando en su
interior con una fuerza tan abrasadora que era capaz de hacerla soportar mil
golpes de su padre… o más. No sabía bien cómo definir ese sentimiento tan
abrumador, pero algo en su interior le decía que era amor. Creo que me he enamorado de Damián, pensó para sí y tembló de pies
a cabeza. Al parecer, reconocer sus sentimientos la hizo estremecerse con un suspiro
que le atravesó el alma.
La nana la miró con suspicacia,
enarcando una ceja. Para ella, que la conoce tan bien, no le pasó desapercibido
el estremecimiento de Elisa. Se acercó a ella y le levantó la barbilla, en
parte para aplicarle el remedio y en otra para examinar a fondo sus ojos, los
consideraba el reflejo del alma, estaba segura que en ellos vería lo que su
niña callaba. Al observarlos con detenimiento descubrió que había algo
diferente, su iris de tono caoba y matiz opaco, ahora brillaba con intensidad. Esa luz sólo puede significar una cosa,
pensó sabiamente.
-¿Cómo se llama? –preguntó de
sopetón y el leve sobresalto de Elisa le confirmó sus sospechas: se había
enamorado-.
-¿Quién? –Titubeó Elisa-.
-Conmigo no te andes por las
ramas, mi niña, te conozco demasiado bien. –Espetó la nana mientras le fijaba con
una venda, la hoja de maguey a la barbilla.- Ya está, con esto mañana estará
cicatrizado y se desbalagará el moretón –le explicó sobre la curación-
¿Entonces? ¿Cómo se llama? –Arremetió de nuevo-.
-Damián –Dijo Elisa y agachó la
mirada-.
-¿Y que pasó con él? ¡Ándale,
cuéntale a tu vieja nana! –la incitó cariñosamente-.
Elisa no pudo evitar sonreír al
pensar en Damián. El recuerdo del baile y el beso estaban nítidos en su
memoria, en ningún momento se lo había podido sacar de la cabeza, ni aún en
medio de la pesadilla de gritos y golpes de su padre.
-Lo vi antes de la cena,
estábamos todos en el salón principal –comenzó su relato y la nana la miraba
con atención-. Yo estaba distraída observando todo alrededor cuando me topé con
su intensa mirada azul –suspiró- ¡Ay, nana!, fue como si el mundo desapareciera
y sólo estuviéramos él y yo, hipnotizados, mirándonos fijamente…
Elisa le contó con extremo
detalle todo lo que le sucedió con Damián en la velada. No le ocultó
absolutamente nada, le relató los hechos de una manera tan fidedigna como si
los estuviera viviendo de nuevo. Tampoco le escondió todas las emociones y
sentimientos que le habían provocado sus miradas. Le platicó que se sintió tan
atraída hacia a él que hasta se olvidó de consultar el permiso de su padre
cuando le pidió bailar con ella. Cerrando los ojos le describió con palabras
vehementes lo que sintió al estar en los brazos de Damián, girando al ritmo de
la música en la pista de baile…
-Fue como flotar entre nubes,
nana… Nunca había sentido algo así, parecía como si la orquesta tocara
especialmente para nosotros. Durante todo el baile sentí que estábamos solos en
la pista, la gente se desvaneció como un borrón. Para mí, existíamos nada más
Damián y yo…
Elisa guardó silencio y se quedó
un instante con la mirada perdida, moviendo la cabeza rítmicamente como si
estuviera escuchando la música que bailó con él. La nana la observó con
astucia, llevaba suficientes años viviendo en este mundo para saber interpretar
los típicos signos de enamoramiento. Elisa los tenía todos. Y quizá un poco
más.
-¿Fue ese baile lo que molestó a
tu padre? –Preguntó, sacándola del trance- Ni que hubiera sido un crimen…
-No, no fue eso… Fue lo que
sucedió después, en la terraza…
La nana alzó una ceja y
entrecerró los ojos.
-Déjate de argucias y ve al grano
de una vez por todas. –Le urgió la nana- Me estás poniendo muy nerviosa con tus
frases a medias…
-Me besó… en la boca –la
interrumpió Elisa-.
-Supongo que tu padre los
descubrió… Ahora comprendo por qué se puso así de iracundo –declaró, negando
con la cabeza-. Pero aún así me parece una reacción exagerada.
-¿No me vas a recriminar? –Acotó
sorprendida, Elisa-.
-¡Claro que no, mi niña! –Exclamó
con ternura la nana, acariciándole la cabeza- Te enamoraste y dejaste llevar
por el ímpetu del amor, eso no es ningún pecado, mi´jita.
-¿Cómo supiste? –Preguntó
atónita-.
-¿Que estás enamorada? –Inquirió
sonriente la nana- ¡Ay, mi niña! Es que en esta vida, el amor, el dinero y el
cuidado, no pueden ser disimulados…
-¡Tanto se me nota! –balbuceó
cariacontecida-.
-No mucho, sólo cuando respiras
–contestó la nana, mordiéndose la risa-.
-¿En serio? –Preguntó Elisa,
abriendo muchos los ojos de la impresión, no pensó que sus sentimientos se
transparentarán tanto-.
-No, mi niña… Yo lo noto porque
te conozco, ese brillo en tus ojos no lo tenías hoy en la mañana, pero no te
preocupes por tus padres, sólo quien ama es capaz de reconocer el amor. Estás a
salvo, ellos no lo verían ni que lo anunciaras con bombo y platillo.
Elisa se rió por las ocurrencias
de su nana, pero en seguida su rostro se transfiguró con un rictus de dolor, su
carcajada le molesto directo en su labio y mejilla lastimada. Es el colmo, pensó, ahora sí que literalmente mi padre me borró la sonrisa.
-Mañana estarás mejor, el remedio
que te apliqué es infalible –declaró la nana al ver la molestia que la risa le
provocó a su niña-. Ahora será mejor que vayas a tu recámara, en seguida te
subo un té de tila, te calmará los nervios.
Elisa asintió con la cabeza y
salió de la cocina. Su paso ahora era más firme, hablar con su nana le había
reconfortado su magullado orgullo, ella sabía cómo hacerla sentir mejor con sus
mimos y palabras de aliento. Elisa cada vez se convencía más que su nana Chata
era más su madre que la mujer que la había traído al mundo.
A penas había subido un par de
escalones de la garigoleada escalera cuando se paró en seco al escuchar el
grito gélido de su padre, llamando a su nana. El tiempo se detuvo. Elisa no
sabía si seguir avanzando o quedarse quieta. La voz de su padre había sonado
como un filoso cuchillo cortando el aire, tan punzante que la hizo estremecerse
de miedo. Sentía cómo el corazón le galopaba desaforado en el pecho, sus oídos
estaban aturdidos por el golpeteo acelerado de su sangre, bombeando en las
venas. Seguía estática, incapaz de mover ni un músculo, congelada de pánico.
Ella era normalmente muy valiente, pero su padre siempre había sido su peor
pesadilla. Se obligó a respirar profundamente y haciendo acopio de todo su
orgullo avanzó un par de escalones más…
- Ni se te ocurra dar un paso más
–siseó Don Fernando- Antes de que te encierres quiero que escuches lo que le
diré a tu nana…
Elisa no respondió, es más, ni
siquiera se volteó a mirarlo, se quedó quieta, dándole la espalda. No quería
verlo. Tan sólo se dedicó a esperar. Segundos después, los inconfundibles pasos
de su nana se escucharon acercándose…
-Dígame usted, Don Fernando –dijo
secamente la nana Chata, al estar frente a su patrón- ¿Qué se le ofrece?
-Informarle que Elisa está
castigada, tiene prohibido salir de sus aposentos, ahí se quedará hasta que yo
lo decida –su voz resonaba por toda la casa, provocando escalofríos en las
paredes-. Le queda estrictamente prohibido tener contacto con nadie, ni siquiera
contigo, Engracia ¿Estamos?
-Sí, señor… Pero ¿y sus
alimentos? –Preguntó cuidadosamente, no quería enardecer la ira del padre de
Elisa, sabía que eso sólo perjudicaría a su niña- Supongo que esos sí puedo
subírselos, así sea que los deje en una charola en la puerta.
Don Fernando Corcuera guardó
silencio un momento, sopesando las palabras. Una malévola sonrisa se bosquejó
en su rostro. El desprecio que sentía por su hija era tal que le importaba un
bledo su bienestar.
-Eso también está prohibido, no
puede subirle ni de comer ni de beber. Un poco de ayuno no le vendría mal, le
servirá para reflexionar sobre sus disolutas acciones.- Dijo sin ninguna
emoción en la voz-. No le pasará nada, ni morirá de inanición ni de sed –agregó
al ver la cara de espanto de la nana-. No tengo tanta suerte –susurró casi inaudiblemente-.
La última frase de Don Fernando
le salió de la profundidad de su ennegrecido corazón, pero no era su intención
que la escucharan, fue un pensamiento que se le salió en voz alta, porque si
bien era lo que sentía, no quería que nadie lo supiera y no porque su hija le
importara, sino porque no quería que lo tacharán de desalmado ¿Qué hombre con
un poco de corazón odiaría tanto a su hija, carne de su carne? En teoría,
ninguno debería hacerlo. En la práctica era lo que él sentía. Elisa le había arrebatado
todo. Al nacer había dejado imposibilitada a su mujer para darle más hijos y
para colmo no había sido varón, por lo que su linaje se había visto cortado de
tajo por su llegada al mundo. Además había hecho mella en su matrimonio, él
amaba a su mujer, pero después de eso no podría verla igual, ahora la
despreciaba por no darle un heredero. En pocas palabras, el nacimiento de Elisa
le había amargado la vida. Y la odiaba por eso.
Elisa percibió el desprecio en
cada silaba pronunciada por su padre. A pesar de que casi fue inaudible su
última expresión, ella la alcanzó a oír y esas palabras le cayeron como un
balde de agua fría sobre la espalda. Siempre había sospechado que su padre
sentía poco afecto por ella, pero comprobar de su propia boca que la detestaba
a tal extremo la hizo palidecer, pero también la hizo reaccionar. El temor que
siempre le había tenido no era por el daño que le pudiera proferir, sino porque
detestaba cuando él se enojaba, eso significaba que el poco cariño que creía
que sentía por ella se menguaría más. Por eso al comprobar que tal afecto jamás
ha existido, el motivo de su miedo también se disipó. Si a él le importaba tan
poco o nada su suerte, entonces a ella tampoco debía de importarle la de él. No
volvería a preocuparse ni a angustiarse si Don Fernando quería enojarse, que lo
hiciera, tendría dos trabajos: enojarse y contentarse. A ella no la humillaría
nunca más. Ni una sola vez más en su vida permitiría que la ira de su padre la
atenazara de nuevo.
Sacando la casta y levantando la
frente, Elisa se cuadró los hombros y empezó a avanzar. Cuando llegó al último
peldaño de la escalera se giró un poco y le dijo con una voz tan desprovista de
emoción que hasta ella misma se sorprendió:
-Me importa un bledo si me
encierras sin comer, padre –le dijo, desafiante-. Más temprano que tarde me
tendrás que permitir salir y alimentarme, lo sé. Y no lo harás por amor,
también lo sé, sino porque te importa demasiado el que dirán y la imagen de
padre intachable que has presentado a la sociedad. No se vería bien si tu hija
muere de inanición por tu culpa.
-No seas subversiva –Grito Don
Fernando-. Y será mejor que te desaparezcas de mi vista en este instante sino
quieres que te quite lo altanera a golpes, chiquilla pendenciera.
Elisa no bajó la guardia. Su
espíritu se había despertado del letargo al que los golpes lo habían confinado,
ahora se erguía orgulloso y desafiante.
-No te tengo miedo, padre. No más
–dijo, en un tono de voz tan seco y seguro que hasta ella se sorprendió- No
volverás a ponerme una mano encima, eso te lo juro por Dios.
La determinación en la voz de
Elisa tomó descolocado a Don Fernando. Jamás se imaginó esa reacción de su
hija. No supo ni qué contestarle. Al no tener repuesta, Elisa dio media vuelta y
siguió su camino, abrió la puerta de su habitación y la cerró la con un fuerte
azote que retumbo en toda la casa.
Una vez dentro de la soledad de
su recámara se dejó caer en la cama, sin aliento. El llanto no se hizo esperar
ni un instante más. El dolor rompió el dique y las lágrimas salieron a
raudales. Lloró sin tregua toda la noche, hasta caer vencida por el sueño. Al
despertar siguió llorando. No lo hacía por confirmar lo que siempre supo, pero
se negaba a aceptar que sus padres nunca la habían querido. No, su llanto no
era por eso, sino por Damián. Ese el verdadero motivo de la profunda tristeza
que le azoraba el alma. No lo volvería a ver y eso era demasiado para su tierno
corazón inexperto en los desastrosos vericuetos del amor. La noche anterior,
cuando entre sus brazos se sintió volar entre las estrellas y alcanzar una con
la mano, cuando la besó, todo le parecía posible, la vida se le presentó como
un abanico de oportunidades. Por un momento hasta creyó que podría ser
realmente feliz. Mientras Damián la besaba todo parecía posible, en su inocente
imaginación pensó que ese era el inicio de su historia de amor, que a ese beso
le seguirían más, muchos más. En esos divinos minutos que duró el apasionado
contacto de sus labios, su mente desvarió henchida de felicidad, imaginando la
serie de afortunados eventos que le sucederían después: él pediría permiso a su
padre para cortejarla formalmente, e iniciarían un breve romance y en pocos
meses escucharía campanas de boda. No podía creer que pudiera ser de otra
manera, ofuscada como estaba por las sensaciones maravillosas que la invasión
de su boca en la suya le provocaba, tan sólo en eso podía pensar, en ese amor
que nacía en su interior como una chispa ardiente que amenazaba con consumirla
en un fuego abrasador y en que él estaba sintiendo exactamente lo mismo que
ella, un sentimiento que nacía así, fortuito y avasallador, estaba destinado
para ser feliz.
Groso error de su parte ser tan
optimista.
Hubo algo con lo que no contó.
Su padre.
Elisa jamás pensó que el momento
más sublime que había vivido hasta ahora en toda su existencia tuviera un
desenlace tan desafortunado como el que había tenido. Eso era tener mala
estrella, lo demás son tonterías. Que su padre la descubriera infraganti, en
los brazos de Damián y besándose en la terraza era algo a lo que no podía
ponerle nombre, pero que si habría que llamarlo de un modo, ese sería “mala
suerte”. La irrupción tan abrupta de su padre hizo añicos su sueño de amor que
se desplomó sobre el suelo, rompiéndose en mil pedazos como si fuera una frágil
copa de vidrio. Ya no había posibilidad alguna de ella y él. Un nosotros jamás
existiría. No quería sonar fatalista, pero conocía a su padre, jamás permitiría
una relación con el joven que “mancilló” el honor de su hija, porque para la
cerrada mentalidad de Don Fernando Corcuera, un beso en la terraza era un
agravio imperdonable, una mácula que quedaría para siempre en el imaginario
expediente social de Elisa, así solamente él lo hubiera presenciado. Además, en
el remotísimo caso que el cielo se apiadara de ella y su padre razonara un
poquito más allá de sus prejuicios sociales y le permitiera una relación con
Damián, todavía faltaba que él quisiera, lo cuál, por cierto, lo dudaba mucho.
Ella lo sintió sincero cuando la besó, pero después del espectáculo ridículo
que su padre montó, estaba segura que no querría saber nunca más nada de ella.
Un profundo suspiro la hizo
resollar. No era proclive a tirarse al drama, ni a regodearse en sus heridas,
pero en esta ocasión se permitió un poco de autocompasión, después de todo,
pensó, un amor así llega una sola vez, y creyó que perderlo bien valía
regodearse en el sufrimiento. Según había leído, así de intenso sólo se ama una
vez, por lo tanto, tan sólo una vez se pierde. Y de ahí para adelante, pero eso
sí: no volvería a confiar en la vida, es una traicionera, menuda embustera resultó,
sólo le mostró las mieles de la fantasía para que la realidad le supiera aún
más amarga en comparación. La había subido hasta el glorioso cielo para dejarla
caer de súbito hasta el mismo infierno. Y por lo visto pensaba dejarla en éste.
Unos suaves toquecitos en la
puerta la sacaron de su ensimismamiento y de sus desconsolados pensamientos. Lo
cual agradeció profundamente.
-¿Quién? –preguntó con la voz
quebrada de tanto llorar-.
-Soy yo, tu nana…
Elisa se levantó de la cama y
caminó hasta la puerta, giró el pestillo para soltar el seguro y la abrió. Con
mucho sigilo espió en el pasillo, preocupada de que alguien la pudiera ver. Su
padre era capaz de montar la guerra de Troya si se enteraba que sus expresas
órdenes se habían desobedecido.
-¿Qué haces aquí? –Preguntó
azarosa, mientras ponía de nuevo llave a la puerta-.
-No podía dejarte así, mi niña,
no dormí de la puritita angustia pensándote con hambre y sed –dijo al tiempo
que quitaba la suave servilleta bordada que cubría la charola que tenía en la
mano-. Te he traído pan dulce con nata y un té de tila. Esto te debe caer bien
al estómago y a tus nervios ¿Estuviste llorando, verdad?
Elisa negó con la cabeza, pero un
fuerte resolló la contradijo.
-A otro perro con ese hueso
–exclamó florida, la nana Chata-. A mí no puedes engañarme, no sólo lloraste,
sino que es lo único que has estado haciendo desde anoche –chasqueó la lengua,
molesta- ¿Estas así por el desalmado de tu padre?
-No, nana –suspiró-. Estoy así
por Damián… Mi Damián, que nunca será realmente mío.
-¿Por qué dices eso, mi niña?
-Porque es verdad, mi padre no lo
permitirá y…
Las palabras se le quedaron
atoradas en la garganta, no pudo seguir hablando, unos atronadores gritos
provenientes del primer piso de la casa la detuvieron en seco. Miró a su nana
desconcertada. Las dos se acercaron sigilosas a la puerta y pegaron el oído
para tratar de descifrar las palabras. El vozarrón que se desgañitaba a gritos
era sin duda el de su padre. A su interlocutor no se le escuchaba bien, menos
se le entendía. Con sumo cuidado giro la llave en el pestillo, abrió la puerta
y salió al pasillo con el mayor sigilo del que fue capaz. Su nana la siguió. A
medida de que se acercaban al descanso de la escalera, las voces eran más
nítidas. El corazón en el pecho de Elisa empezó a bombear más fuerte, haciendo
que la sangre le corriera a una velocidad vertiginosa en las venas. No estaba
del todo segura, pero esa voz parecía la de… Imposible, era algo descabellado.
Cuando al fin estuvieron al principio de la escalera se acerco al barandal para
observar mejor. La escena que ahí abajo se desarrollaba, la congeló súbitamente
y tuvo que llevarse las manos a la boca para acallar el grito que le subió del
estómago a la garganta:
En el recibidor de la casa,
frente a la gran escalera, su padre sostenía una acalorada discusión nada más y
nada menos que con el motivo de sus desvelos… Damián Metzger.
INDIGANACION ... si eso es lo q sentí bueno apare de de total ENOJO Y RESENTIMIENTO hacia el padre .. bueno eso no hace un padre eso hace un bárbaro , digo si ya se q la actitud de Elizsa con Damian no lo hace fácil pero darle tremenda paliza esq ay ay ay estoy enojada a mas no poder (ok me vi reflejada un poco) continuemos .... estoy completamente segura de q Damian hará lo q sea necesario para estar con Elisa ahora q ya se dio cuenta de lo q siente por ella aun q no sepa como explicarlo .. La nana por dios q mujer tan linda es como mi abuelita siempre viendo por el bien de su niña la conoce tan bien q me sorprende no mas bien no me sorprende q sin siquiera saber lo q paso ella ya se habia dado cuenta de q su niña se había enamorado (aunq Elisa se lo puso bien facil con todos esos suspiros jajajaja) "no mucho solo cuando respiras" mori de risa con esa frase .... los cuidados q le dio su nana para los golpes q el barbaro de su padre le dio no hubieran sido necesarios si la arpía de su madre la hubiera defendido .. ay ya me enoje otra ves... ok prometo no des concentrarme de nuevo (mucho)
ResponderBorrarencerrarla y aparte sin comer ese hombre si debería de ser enviado a no se el espacio sin cohete puede ser!!! ay q coraje pero estoy segura q su merecido tendrá verdad q si amiga dime q si !!!! .. ay si Elisa supiera q Damian esta haciendo todo por volver a verla incluso olvidarse de sus creencias con respecto al matrimonio !!!! ay no se pero es q ya quiero el sig ... esa llegada de DAMIAN a la casa de Elisa no se pero por favor q troya no arda aun !!!!!
amiga ya ni debo decirte q me sorprendiste ... me encanta amo la historia como ya sabia q sucedería pero esq la relatas de una forma q hace imposible q no sea asi !!!! me encanta ......
a la espera del sig capitulo .. cada ves esto se pone mas bueno !!!!!
TE QUIERO AMIGA
Ay, amiga, comprendo perfecto tu sentir, eso mismo sentí yo, indignación... Y es que el padre de Elisa es algo serio, ese señor se cuece aparte, de verdad. Nada justifica la paliza que le propinó a su hija, fue un bárbaro como bien tu dices. Pero ya llegó su caballero andante a rescatarla, ahora la pregunta es si podrá hacerlo, ¿Será que don fernando le permita verla? Eso ya lo veremos en el próximo capitulo...
BorrarLa nana se lleva las palmas, ella es como una mamá para Elisa, o como una abuelita como tu dices, la trata con mucho cariño y con toda la devoción y amor que una madre, lo que la verdadera madre de Elisa no hace...
Así es, amiga, le importa un bledo su hija, el quería que fuera varón y como no lo fue, pues simplemente no la quiere. Machista y bárbaro el señor.
Gracias amiga hermosa, que bueno que la historia te esta gustando, tu sabes todo el esmero, dedicación y cariño que le imprimo a cada capitulo....
Te quiero muchísimo y te mando millones de besos...
muaaaack
guauu kristell casi me muero de la rabiaaaa!! si hubiese podido traspasar la pantalla creo que yo misma le hubiera dado un buen puñetazo a ese c.... y la última frase susurrada??? que hijo de p... lo siento por mi vocabulario pero cuando me enojo suelto muchos tacos por esta boquita mia...
ResponderBorrarEn fin, igual que Jelly me enfadé muchísimo con ese que dice ser el padre de la criatura...
Y la nana! awww que amor de mujer, suerte de ella, sino nuestra Elisa estaria majareta con esos padres que tienen por dios!
Y el final! aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhh si Damián, plantale un par de h... a ese desalmadoooo. Vamos que tu puedes!!! jajajaja.
Me encanta el principio de la historia, ansio que llegue ya el próximo! uff y falta 1 semana...
besitos cielo
Laurita hermosa creo que todas (y me incluyo) quisimos hacer eso, traspasar la pantalla y darle sus tres garrotazos a Don Fernando... Tu sueltas los tacos que quieras, te entiendo, es que da mucho coraje...
BorrarAsi es, tiene unos padres del asco, pero una nana maravillosa que vela por ella día y noche...
Gracias nena, que emoción saber que te gusta la historia...
Besitos hermosa!
pobre Elisa!!! ese ogro que tiene por papa merece la hoguera!!!, y damian tan valiente de ir a enfrentarsele sin conocerlo, wow!!!!, que le dira????... aaaaaaaa!!! Kriss que bonita historia!!!, me dejas como siempre, esperando con ansias locas el siguiente capitulo!!!
ResponderBorrarMi querida Chio, muchísimas gracias por tus palabras, por leerme y comentar!!!.... Ay si, Damián es todo un caballero andante, lo amaremos tanto en esta historia, creo que casi tanto como odiamos al papa de Elisa... Ya pronto el siguiente, ya veras, unos cuantos días más, se pasan rapidito jejejeje
BorrarBesitos hermosa
ahhhhhhhhhhhhhhhhhh es tan romántico!!!! y ese padre no es padre es un bastardo!!!! y su madre una perra!! que bueno que existe la nana... me encantó este segundo capitulo... Damian y Elisa <3
ResponderBorrarGracias Karito... Esta historia es muy romántica, pero sobre todo muy intensa... ya veras... No te puedo discutir los apelativos a los padres de Elisa, tienes toda la razón!!!!
BorrarTe mando un besote hermosa!
Lo dicho, voy a armar un equipo de busqueda y rescate para salvar a Elisa, acto seguido voy a perseguir a su padre por las calles de Guadalajara machete en mano... que hombre tan nefasto, y seguro que este es de los que va a la iglesia a darse golpes de pecho y a creerse mejor que todos los demas, un fariseo es lo que es.
ResponderBorrarDamian tiene muchos pantalones al presentarse en casa de Elisa a enfrentar a su padre A+ para el <3
La historia es preciosa y estoy enganchadisima!!! Muchas felicidades amiga, vamos por todo!!! Besos mil!
Ay amiga, te imagine persiguiendo al papá de Elisa con un machete, que cosas, me morí de risa, pero es que tienes toda la razón dan ganas de darle tres machetazos al señor ese y de paso a la mamá también...
BorrarDamián es un hombre en toda la extensión de la palabra, nos lo demostrará capitulo a capitulo, ya veras...
Muchisimas gracias amiga, tu de sobra sabes lo mucho que significan tus palabras para mi...
te mando un beso enorme... VAMOS POR TODO!!!!!
oooohhh!!! viejo de mierda!!!pero no importa elisa se las trae!!
ResponderBorrarexelente 2do capitulo.
me encanta!!
saludos mi kriss!!
Mi querida may muchísimas gracias por tus palabras!!!!
BorrarQue bueno que te gusto el capitulo!!!! yupi!!!
Te mando un beso...
Dios esos papas son malos
ResponderBorrarMuchisimo Solier...
BorrarGracias por tu comentario hermosa
besos
La madre que hizo a Fernando, que poca vergüenza, no quererla porque piensa que le ha jodido la vida y encima le pega por un beso de nada. Y digo yo, si una jovencita era mancillada por un hombre el padre la obligaba a casarse con ella por el que dirán, porque no hace lo mismo este hombre sin corazón.
ResponderBorrarLa madre otra que tal, no entiendo como despues de llevarla nueve meses en su interior la desprecia, con la de mujeres que no pueden tener hijos.
Menos mal que esta la nana que se preocupa por ella y la cuida porque si no, no sé que sería de Elisa.
Ahora a esperar al siguiente, muchos besitos.
Ay mi Tere, tienes muchísima razón en todo lo que dices!!!!... El padre de Elisa es un desalmado. En ese tiempo los obligaban a casarse, pero nadie los vio, así que para el señor ese su apellido esta a salvo (es lo único que le importa), por lo demás, lo que su hija sienta le importa un comino.
BorrarComparto tu sentir con la madre, es increible, pero por desgracia hay muchas hienas así en este mundo...
La nana es el único puerto seguro de Elisa, es su consuelo y realmente se porta como una madre con ella...
Muchas gracias por leerme amiga, besitos!!!
Oh Dios mío pero por qué los padres tan malos están de moda??!!! :@ Qué cruel!! Detesto al padre de Elisa!! Pero amo tu forma de escribir amiga!!! Genial, genial, genial!!! :D Quiero leer tu próximo capítulo!! :D
ResponderBorrarMi avenger querida, mil gracias por tu comentario!!!! Ay si, los malos padres están de moda, mira que en diferentes épocas, pero el padre de Elisa y el de Gys son igual de malotes!!!!
BorrarGracias por tu comentario amiga, te mando muchísimos besos...
VAMOS POR TODO AVENGERS!
Hay dios mio y yo que pensaba que la anterior historia era sublime ,jajajajaj ya veo lo equivocada que estaba ,pues esta esta comenzando y ya me tienes en un sin vivir ,sabe una cosa es usted una diablilla pues no tiene compasion de este pobre corazon ,jaajajaajaj un besote .
ResponderBorrarChacho muchísimas gracias por tus palabras!!!!!!! Me emociona saber que lo que escribo con tanto gusto, esmero y sobre todo cariño les guste y les transmita todos los sentimientos que ansio transmitirles...
BorrarNo son diabluras, un poquito de travesuras nomas, pa ponerle intensidad al asunto jejeje
Besitos!!!!
No puedo creer que el papá de Elisa sea un hombre tan malo y que no tenga corazon. ¿Que clase de padre odiaría a su propia hija? y lo peor es que su mamá no hace nada por defenderla. El consuelo es que tiene a su nana, que le da todo el cariño que no le dan sus padres.
ResponderBorrarMe alegro que Damian se haya decidido a luchar por ver a Elisa. Esta será una bonita historia de amor, aunque lo mas probable es que no la tengan tan facil.
Muchas gracias Kristell por el capitulo, me gusta mucho mucho está historia, aunque solo van 2 capitulos.
Espero con ansias el siguiente, saludos y te mando un abrazo grande.
Dianita muchísimas gracias hermosa... Ay es que ya todas vamos a formar el club odiamos a los padres de Elisa, pero es que no es para menos, no es posible como la tratan, pero por desgracia eso ha tenido que sufrir siempre la pobre, como dices, si no fuera por la nana que la adora, quien sabe como le iría a la pobrecita Elisa...
BorrarQue bueno que te este gustando, me seguiré esmerando para que la historia vaya in crescendo!!!!
Un besote hermosa!
Sera eterna la espera hasta el miercoles. Casi grito con Elisa cuando Damian llego. Gracias por este capitulo. Ya odio a los padres y amo a nana.
ResponderBorrarUn abrazo
Gracias por tu comentario nena!!!! ay si, se que es poco una vez por semana, pero he andado súper en friega y esta historia requiere muchísima investigación, que más quisiera yo que publicar más seguido!!!! ;(
Borrarbesitos
Por el amor de Dios que la salve de ese Padre horrible, muy bien detallada la historia...
ResponderBorrarMuchas gracias Sandy, besitos
Borrarhola hasta hoy lo pude leer y estoy mejor dicho de lo loca no puedo creer que tenga un padre asi bueno esos todavia existen...................... bueno por lo menos el guapeton fue a dar la cara ahora a ver que sucedera con el desgraciXXX de su papa......................... muy lindo me encanto......................
ResponderBorrarMuchas Gracias Danita... Besos, te mando un fuerte abrazo... Y si, como dices, todavía hay padres así, imaginare en esa época tan conservadora, más...
Borraruy horror.... esperando el proximo........
BorrarBendita nana Chata y #&$*(/£ padres, que ni siquiera merecen serlo, pensar que ese tipo de personas podian y pueden existir, me exaspera!!!
ResponderBorrarSi al día de hoy, las mujeres seguimos enfrentandonos a petulantes machistas, lo que debe haber sido antes, que a veces las mujeres, ni siquiera podian elegir de quien enamorarse!! Pobre Elisa!!
Pero su galante Caballero, ya se hizo presente para la primer batalla, vamos Damian, te acompañamos hasta ganar la guerra!! Y la que se desatara en tu casa, ya puedo imaginarmela, aunque no tan cruenta como la de Elisa, espero!! Aquí firme estaremos!!
Kristell, que decirte, excelente como siempre!!
Nos leemos nena!! Bss
Li, muchísimas gracias por leerme y por dejarme tu comentario...
BorrarTienes muchísima razón en todo lo que dices, esos padres no merecen serlo, pero ni modo, fueron los que le tocaron a la pobre de Elisa, esperemos que su guapo caballero de los ojos azules la salve!!!!
TE mando un besote hermosa...
Ahhhhh Kristel q capitulo más fuerte ,antes el terror q se sentía por lo padres era tremendo ,aunque a ese papa yo lo sigo hasta la china para hacerlo entender lo malo q es ,y su mamá no se queda atrás... q fuerte el rencor y odio q pueden llegar a sentir por alguien de tu misma sangre ,me gustaría decir q eso ya ha pasado claro esta q se. Cada vez menos pero sigue sucediendo ..
ResponderBorrarQuerida tu historia me encanta es muy linda,para que decir el maravilloso nombre de la personaje pricipal jajaja Elisa mi tocalla ,afortunadamente mis padres han sido cariñosos y preocupados .
Kristhel ,la manera en q escribes es simplemente maravillosa ,me encanta ,se nota tu madures al escribir creo q logro hacerme entender a lo q me refiero ,por otro lado el q interpreta a Damian es uno de mis actores favorito el inolvidable Paul Neuman ,(si soy chapadita ala antigua en algunos casos en actores ) no por eso no me gustan los q hay ahora jjajajJaj
Querida como siempre un real agrado leerle disculpe q lo pude hacer hoy viernes recién pero tengo ami hijo mayor enfermo y uff ....
Muchísimas gracias por compartir tu trabajo y muchas felicitaciones sigue así ,me encantan tus historias ....un gran abrazo....Elisa...
Elisa, muchisimas gracias por tus lindas palabras, de verdad. Espero que tu hijo siga mejor. Una disculpa por responderte hasta ahora, pero he estado un poco mal estos días, digo, tú me tienes en face, bien sabes a lo que me refiero.
BorrarEs muy triste como son los papas de tu tocaya con ella, es algo terrible, y dejate tu el padre, la madre que la cargo en el vientre por 9 meses como es posible que sienta tanta aversión hacia ella, pero aunque triste, esa es la pobre realidad de Elisa, pero ya aparecio su caballero andante para rescatarla, ahora falta ver que el destino se los permita, esperomos que si.
Mil gracias por tu comentario sobre mi estilo de escritura, la verdad es muy halagador.
Y si, si te entiendo perfectamente lo que tratates de decir.
Te mando un fuerte abrazo y muchos besos
Nos leemos el miercoles...
Pobre Elisa, vaya par de padres desalmados que le toco, gracias a Dios tiene a nu bella nana que la consuela, la cuida y la quiere.....aunque fue un golpe duro, y no solo me refiero a los fisicos, el darse cuenta de los sentimientos de su padre la ayudaran a no dejarse pisoterar mas por el, bien por Elisa, al mal tiempo buena cara eh?...y Damian....Damian, tan decidido a hacer frente a la situacion y plantarse en la casa de Elisa, dar la cara para seguir viendola, definitivamente eso es amor a primera vista....me encanta.....
ResponderBorrarImpaciente por leer el tercer capitulo nena,,,,besitos
Zhayda, hermosa, muchas gracias por tu comentario, aun sigo en shock por el anterior, que maravillosa coincidencia de verdad, uno cuando escribe jamás imagina que por ahi hayan historias parecidas a la que uno inventa. Me provoco muchas emociones lo que me platicaste.
BorrarTe cuento que esta hsitoria tiene vistos de una historia original que me platico la mamá de una amiga, fue un romance muy bonito en él que me inspire, pro desgracia ellos tuvieron un final triste, pero yo tengo preparado algo más romántico para esta historia.
Te mando un beso enorme y nos leemos el miercoles...