-Lo sabía, mi madre es demasiado
intransigente… jamás desobedecería a mi padre –exclamó con sumo pesar- ¿Cómo se
me pudo ocurrir si quiera que podría existir la mas nimia oportunidad de que me
dejara salir?
La nana no pudo aguantar la
sonrisa por más tiempo, sus labios se curvaron y con voz cantarina le dijo:
-Fácil, mi niña, se te ocurrió
porque sí existió tal posibilidad -hizo una pausa para mirar a Elisa, que se
había enderezado abriendo los ojos desmesuradamente con la expresión
transformada por la incredulidad-… Doña Eugenia ha permitido que me acompañes…
-¿Qué?... ¿en serio?... –balbuceó
sin dar crédito-, pero ¿cómo lo has logrado?
La nana Engracia soltó una risita
traviesa.
-La he agarrado en sus cinco
minutos de distracción –Sonrió, cómplice-. Está en reunión con las damas de la
vela perpetua, no podía negarse a dejarte ir de compras, ¿bajo qué pretexto lo
haría?... No, mi niña, lo último que tu madre haría sería quedar en ridículo
frente a sus estiradas amigas, jamás lo permitiría, hasta la autoridad de tu
padre está por debajo de su necesidad de guardar las apariencias.
-Como siempre, pendiente del qué
dirán –dijo Elisa, entre risas-.
-Genio y figura hasta la
sepultura, mi´ja –puntualizó la nana con uno de sus famosos dichos-. Si hasta
me indicó con voz exageradamente alta para que la oyeran, que compraras lo que
quisieras, que recordaras que tu padre tiene cuenta exclusiva y que ahí lo
podías cargar.
Elisa hizo un gesto de hartazgo,
no soportaba esas actitudes de demostrar quién tiene más, como si el dinero
pudiera comprar la felicidad o el amor.
-¡Ja! Siempre presuntuosa la
madre mía, pero qué más da, a mí me importa un comino, si esa ansia de presumir
la condujo a darme permiso, lo principal es que veré a Damián –dijo ilusionada,
dando vueltas de genuina alegría por toda la habitación-. Ven, nana, ayúdame a
cambiarme, tengo que lucir hermosa para él.
-¿Más, mi niña? ¡Imposible! –la
voz de la nana estaba cargada de orgullo materno, amaba a Elisa como si ella misma
la hubiera parido-.
Indecisa, Elisa se probó como
cinco atuendos, nunca le había interesado tanto su apariencia como en ese
instante, deseaba verse bonita para él. Al final se decidió por un vestido
color crema de mangas cortitas y bombachas, lo que le hacía lucir los hombros
un tanto más anchos, tal cual dictaba la moda. Por supuesto, también se enfundó
en una faja de latex, no la necesitaba, su figura era delgada, pero esa prenda
íntima era tan importante casi como el mismo sujetador. El cuello del vestido
era en forma de V, con un discreto escote que estaba cubierto por dentro por
una sutil pañoleta de seda negra que hacía juego con el grueso cinturón que
engalanaba su esbelta figura. Unas medias del novedoso tejido artificial de
nylon y zapatillas de tacón de aguja con punta fina completaron el atuendo. Se
peinó el espeso cabello en marcadas ondas desde la frente, se acomodó el
bonete, decorado con una delicada red de encaje fino, aplicó unas gotas de
perfume channel y ya estaba casi lista, tan sólo faltaba el maquillaje, ella no
solía aplicar mucho, unos cuantos retoques, las cataplasmas de colores cargados
eran historia, eso ya no se usaba en estos tiempos, era cosa de la década
pasada. Una ligera capa de base de maquillaje era más que suficiente, ella
usaba la de max factor, una maravilla, se la había traído su madre del viaje a
Nueva York que había hecho con su padre el año pasado, de los pocos regalos que
le había hecho en toda su vida. De ahí aplicó un poco de rímel negro en las
pestañas (las postizas las dejó de lado, no las necesitaba, tenía
suficientemente largas y espesas las propias); sólo faltaban unos cuantos
toques: perfilar las cejas, unas pasadas de colorete en las mejillas, bilé
carmín en los labios y un poquito de vaselina para darle brillo.
-¿Cómo luzco? –Preguntó ansiosa,
mientras giraba delante del enorme espejo de su tocador-.
-¡Preciosa! –Sonrió su nana-.
Pareces un ángel…
-Gracias… pero ya vámonos, es
tarde, ya pasan de las 3 y media… No quiero hacerlo esperar mucho tiempo.
-Tranquila, no está mal que te
espere… -sonrió indulgente ante la impaciencia de Elisa-. No olvides los
guantes –expresó, acordándose de que Doña Eugenia moriría si no los llevaba-.
-Se me olvidaban –dijo mientras
corría al ropero a sacar del segundo cajón un par de guantes de seda negros,
para combinar con el resto de su atuendo-.
-¡Ay, muchachita!, el amor te
trae en las nubes –dijo entre risas, la nana-. De seguro tampoco has pensado en
el paraguas y estamos en septiembre, en este mes, en Guadalajara, nunca se
sabe…
-Ya sé, nana: ¡De mayo a septiembre puede que llueva,
puede que no, todo depende, si hay nubes negras, seguro lloverá, si hay sol,
también!- la interrumpió, repitiendo de memoria las palabras que desde niña
le ha dicho su nana con referencia al estado meteorológico de Guadalajara en
esos meses del año, donde casi todas las tardes, sin falta llueve-. No te
preocupes, ya traigo aquí el paraguas. –dijo, levantándolo para que lo viera y
abriendo la puerta de su recámara para salir-.
Faltando quince minutos para las
cuatro de la tarde, la hora señalada para su cita con Damián, Elisa y su nana
salieron de la casa. Varias cuadras las separaban de su destino, pero a las dos
siempre les había gustado caminar, más por las tardes, cuando algunas románticas
avenidas cubiertas de árboles eran alfombradas por los pétalos azul intenso de
esas peculiares flores de un día que se desprendían suicidas y espléndidas de
las ramas, cuando el sol descendía lentamente en el horizonte.
El Gran Salón Excélsior era el
restaurante-café más cosmopolita de Guadalajara, único en su género, ofrecía
exquisitas variedades culinarias, incluidos platillos regionales y otros mucho
más elaborados. Los sábados se convertía en cabaret ofreciendo variedades
artísticas para entretener a sus asiduos clientes que buscaban sana diversión
nocturna degustando una exclusiva cena. Este peculiar establecimiento ubicado
frente a la estación de ferrocarril era el centro de reunión por excelencia de
la rancia sociedad tapatía.
Al llegar al final de la avenida
16 de septiembre vislumbraron a lo lejos a Damián. De pie, junto a la puerta de
entrada, caminaba de un lado a otro, claramente nervioso, pateando de cuando en
cuando una imaginaria piedra. Al girar en una de esas tantas vueltas que estaban
a punto de hacer una zanja en el pavimento, se paró en seco. Del otro lado de
la calle estaba su ninfa de tiernos ojos; al verla, su semblante se vio
iluminado por una espontánea sonrisa, haciendo que sus expresivos ojos azules
centellaran de una forma especial. Elisa no pudo contener la emoción de tenerlo
en frente, su rostro se tornó sonriente y no pudo quitarle la vista de encima
mientras atravesaba la calle que los separaba. Es tan gallardo, pensó en sus adentros, mordiéndose los labios y
retorciendo sus dedos, ansiosa.
Cuando al fin estuvieron frente a
frente, ninguno de los dos supo cómo reaccionar. Cohibidos por la presencia de
la nana, se quedaron estáticos y en silencio, mientras sus ojos se decían todo
aquello que sus labios no podían pronunciar.
-Sólo un ratito, mi niña –dijo su
nana, sacándolos del dulce estupor en que se habían sumido-. Hago las compras
de tu madre y vengo por ti para regresar antes de que Don Fernando vuelva de la
oficina… No hay que tentar al diablo, donde se dé cuenta de que saliste nos
arma la de Dios padre –cerró los ojos y negó con la cabeza- ¡Ay, Santísima
Trinidad, ni imaginarme quiero lo que sería capaz de hacer si sabe que la ando
haciendo de tu Celestina!… ¡Capaz me despelleja viva!
-¡Ni Dios lo mande, nana!… tú, tranquila,
ve con calma, que yo aquí te estaré esperando.
Damián le pasó el brazo por los
hombros cariñosamente a la nana de Elisa, depositando un beso en la encanecida
cabeza de la señora.
-No se preocupe de más, viejita
linda –le dijo con suavidad-. Yo se la cuido con mi vida, de ser necesario.
La nana se soltó furibunda, pero
sonriente, este desabrido caballerito sí que adoraba a su niña Elisa y con eso
ya se tenía ganado un trozo de su corazón.
-¡Más le vale, jovencito!
–exclamó con falsa dureza- ¡Ah! Y viejos, los cerros, y aún así reverdecen…
Elisa y Damián rieron por la
jocosa observación de la nana mientras ésta seguía su camino hacia el centro.
Tenía varios encargos de Doña Eugenia, pero lo más importante que tenía que
comprar eran varios pares de las novedosas medias de nylon Dupont, la marca que
inventó el sintético tejido y la única que las comercializaba. En Guadalajara
sólo se podían encontrar en el prestigioso almacén “Las Fábricas de Francia”,
instaladas en la preferencia tapatía desde que en 1880 la inauguraron los
barcelonettes. Sobra decir que la nana odiaba esas tiendas. Acostumbrada como
estaba al comercio informal donde se podía aplicar el intrincado “estilo
tapatío” de regateo, comprar en almacenes con precios fijos sin posibilidad de
cambio era algo que la irritaba aun si el dinero no era suyo. “Voy a perder mi toque, al rato ni medio
centavo lograré que me rebaje el de la leche o el del pan”… había exclamado
furibunda más de una vez, después de regresar de una de esas tiendas.
Mientras se alejaba mascullando
por lo bajo la incomodidad que sentía de ir a esos lugares, Elisa y Damián la
miraban con detenimiento, ella aguantando la risa, porque bien sabía todo lo
que su nana iba refunfuñando. Una vez que ya no divisaron más a la nana y se
sintieron, ahora sí, completamente a solas, se giraron para quedar de frente,
las miradas en un principio intensas se tornaron poco a poco abrasadoras, el
amor que fluía entre ellos casi era palpable con las manos como si fuera una
densa nube de emociones que lentamente los fue sumiendo en un mundo paralelo
donde sólo existían los dos. Se tomaron de la mano y el contacto de su piel
hizo sinergia en sus sentidos, haciendo explotar la chispa en sus corazones. El
eco llegó a cada rincón de su ser, haciéndolos temblar. Todo a su alrededor se
desvaneció en un silencio encantador, hasta que fueron abruptamente
interrumpidos por la voz de un pregonero que desde su carreta, jalada por dos
caballos, gritaba a voz en cuello con una tonadilla de notas bajas y alargadas
que terminaban agudas:
“Eeeeeel carboooooon de puraaaaaa leñaaaaaaaaa”…
A ese entonado pregón le siguió
el inconfundible silbato de escala musical ascendente y descendente con que se
anunciaba el afilador de cuchillos que contrastaba armoniosamente con las
chillonas bocinas de los automóviles.
-¡Sólo en Guadalajara…!
–Exclamaron al mismo tiempo, entre risas-.
Sonrientes, sin romper el hechizo
de su mirada ni sus manos entrelazadas, entraron en la concurrida cafetería de
estilo afrancesado. Fueron directo hasta las últimas mesas, las más pequeñas y
que estaban en fila junto a la ventana. Desde ahí claramente se podía admirar
la agitada vida que latía en el exterior. Y es que la cotidianidad en la
capital Jalisciense era digna de observar y más que nada de estudiar. Su
inverosímil dualidad de ser ciudad y pueblo al mismo tiempo, le profería un
aire de señora elegante viviendo en medio del campo. Por sus calles, lo mismo
pasaban modernos automóviles Bugatti y Ford V8, como también circulaban
acémilas de diversos tipos uncidas a carruajes, tanto de transporte de personas
como de mercancías.
-Amo Guadalajara -rompió el
silencio, Damián-. Tiene mucha personalidad. Aquí convergen en armonía la
agitada vorágine del mundo moderno, que poco a poco se abre brecha, y la
encantadora pasividad del mundo campirano, es como si viviera en una
atemporalidad ajena al siglo en que vivimos.
Elisa le sonrió soñadora mientras
observaba a un hombre con una canasta en la cabeza que anunciaba productos
lácteos de Tapalpa: esas deliciosas cremitas en jarritos de barro y la suntuosa
mantequilla envuelta en hoja de maíz. Junto a él pasaba un hombre a caballo y
por la otra esquina un auto rebasaba a gran velocidad una carretilla jalada por
un par de bueyes que transportaba sacos de tierra de encino, la mejor para las
plantas ornamentales y para renovar las jardineras.
-El vivir, mitad pueblerino,
mitad ciudadano, en la urbe luminosa y sonriente… -Exclamó absorta Elisa, frase
de un libro que no tenía mucho de haber leído; la escena en el exterior se la
había recordado-.
-“Las Almas Solas”, de Eduardo
Correa –confirmó Damián-.
Elisa le sonrió con admiración.
-Efectivamente, la mejor
descripción que he escuchado de mi querida Perla de Occidente.
-Concuerdo contigo, es casi tan
poético como los versos de Pérez Velarde.
-¿Te gustan sus poemas?
–preguntó, curiosa- A mí me gustan algunos, sobre todo “Y pensar que pudimos”…
-Sí, tiene un estilo especial, he
leído algunos, entre ellos el que mencionas, aunque ese me parece muy triste ¿Por
qué te gusta tanto?
-No sé, la verdad. Lo que expresa
me hace sentir necesidad de algo que no sé siquiera que existe y que tal vez
nunca tenga la posibilidad de experimentar -Hizo una pausa, mirando al infinito
y cuando se percató de que Damián la observaba con detenimiento, listo para
indagar más sobre sus nocivos pensamientos. Lanzó otra pregunta para mantener
la conversación en el tema literario- ¿A ti cuál te agrada más?
-No sabría decirte, no soy muy
afecto a la poesía, soy más de leer filosofía, principalmente de Nietzche.
-Sus libros son muy interesantes,
pero si de filosofía hablamos, me inclino por Tomás Moro.
-Mmm… te diré –Ríe, Damián-
Utopía es bueno, no obstante, prefiero leer a Platón.
-No puedo rebatirte ese punto, él
es sin duda alguna el padre de la filosofía.
-¿Has leído sus diálogos?
–Preguntó asombrado, Damián-.
-¡Por supuesto, me encantan!…
Aunque lo he hecho a escondidas de mi padre, tiene la arcaica idea de que
nosotras no debemos leer libros tan profundos, según él, sólo los hombres los
pueden comprender, las mujeres nacieron para casarse y criar hijos…
-Mi padre es de ideas muy
diferentes, nada machistas, yo diría que hasta revolucionarias; para él, la
mujer tiene la misma o más capacidad intelectual que el hombre. Con mi madre
siempre ha mantenido debates filosóficos al estilo socrático; es casi como una
diversión, de ahí mi gusto por la filosofía.
-Mis padres con trabajo y se
dirigen la palabra, tan sólo concuerdan cuando se trata de maltratarme.
La mirada de Damián se oscureció
al recordar los golpes en el rostro de Elisa. Con sutileza levantó la mano y le
acarició la mejilla, justo ahí donde había estado la venda, pero que ahora tan
sólo era un tenue borrón violáceo casi imperceptible por completo.
-Ha desaparecido casi por
completo –dijo él, casi en automático-.
-Sí, las curaciones herbolarias
de mi nana son infalibles, las aprendió de su abuela…
Damián puso el dedo índice sobre
los labios de Elisa para silenciarla suavemente. Había cerrado los ojos y un
rictus de dolor le desfiguraba su galante rostro.
-Antes de lo que te imaginas te
sacaré de esa casa. Te lo juro.
-Mi padre no lo permitirá nunca,
es tan cerrado…
-Eso no me detendrá, ángel mío
–la interrumpió suavemente, depositando un beso en la mano de ella, que tenía
entre las suyas-. Además, tenemos el apoyo de mis padres.
-¿Se lo has dicho? –Preguntó,
abriendo los ojos-.
-Sí, les he contado todo y mi
padre dijo que hablaría con el tuyo para convencerlo.
-No lo conseguirá, cuando
Fernando Corcuera dice algo, jamás se retracta.
-Siempre hay una primera vez.
–Acotó Damián, tajante-.
Un rayito de ilusión se filtró
por las rendijas del corazón de Elisa. El tono de voz de Damián le transmitió
confianza; si él lo decía con tanta seguridad era porque tal vez existía la
remota posibilidad de que pudiera ser. Quizá, al fin la vida le sonreiría. Miró
por la ventana. Sí, era plausible, su sueño de amor con Damián aún tenía
esperanza.
-Lo lograremos, ya lo verás
–exclamó Damián al percibir los pensamientos de Elisa-.
Ella le sonrió soñadora,
provocándole que el corazón se le encogiera. Seguía sin comprender cómo podía
amarla en tan corto tiempo, pero lo hacía y profundamente. Su vida había dado
un giro inesperado de 180 grados, todo lo que para él era importante había
dejado de serlo, ahora tan sólo ella ocupaba sus pensamientos, había invadido
su corazón, su vida y su alma por completo, y él estaba más que feliz de
entregarse a ella en charola de plata.
La conversación entre ellos
siguió fluyendo, haciendo a un lado el tema de su relación. No tenía caso
seguir dándole vueltas a lo mismo, tan sólo les quedaba esperar los resultados
del encuentro entre sus respectivos progenitores. Para distraerse de esa
cuestión hablaron de todo y de nada, se enzarzaron en un nutrido intercambio de
impresiones sobre filosofía, poesía y literatura que, sin darse cuenta, saltó
al séptimo arte, para seguir en un intricado debate sobre política, tanto de
México, como del mundo.
-Elisa -dijo Damián, tomando sus
manos entre las suyas-, estoy impresionado, tu aguda manera de ver el mundo es
excepcional. Tan interesado estoy en todo lo que hemos platicado que no he
sentido el tiempo pasar.
-Gracias por apreciarlo, por no
verme como una muñequita de aparador –le respondió ella con una sonrisa-.
Contigo puedo ser yo, sin remilgos, sin poses, sin tener que ocultar que leo y
que tengo una opinión propia bien definida.
-No tienes por qué darlas, ángel
mío. Como te dije, crecí en un núcleo familiar con ideas muy diferentes a las
del resto de la sociedad, para mí es maravilloso que seas así, odio las poses
falsas y que no me discutan –le guiñó coquetamente un ojo-. Contigo jamás me
aburriré, debatir sobre lo que sea se convertirá en mi deporte favorito, ya lo
verás.
-¿No te importará que algunas veces
yo gane? –Bromeó Elisa-.
-Al contrario. Será un dulce reto
que superar.
-Entonces, ¿no encuentras
irreverente que no concuerde contigo, mi futuro marido, en todo? –preguntó,
guasona, pero un nudo de emoción se le instaló en el estómago al decir en voz
alta “futuro marido”-.
-Claro que no… y no sabes cuánto
me encanta eso de ti.
Damián susurró la última parte de
su frase, ya con la mano de Elisa pegada a sus labios. Depositó en ésta un
tierno beso que a ella le provocó fuertes sensaciones desconocidas, pero que le
resultaron hartamente agradables. Una sutil corriente eléctrica le recorrió el
cuerpo de pies a cabeza, sonrojándole las mejillas. En sus ojos brotó un fuego
ardiente que no pasó desapercibido a Damián, quien clavó sus pupilas azules, igual
de encendidas en las de ella. La magia los envolvió en una delicada bruma
romántica que fue interrumpida por una acelerada nana Chata, que se apareció de
repente junto a ellos. Estaba notoriamente alterada, su rostro desprovisto de
color mostraba una profunda ansiedad.
Los jóvenes enamorados no
pudieron romper el contacto visual, sus miradas seguían entrelazadas la una con
la otra, pero habían cambiado: la furia impresa en la de él y el miedo palpable
en la de ella. Una sola pregunta flotaba entre los dos: ¿Se habrá enterado Don Fernando, de su encuentro?
comosiempre maravillosocapitulo el amor q ellos se entregan es ahhhhh hermoso damian es com para enamorarse de el lindo .....mil gracias por compartir tu historia y ojala q no les suceda nada malo a mi tocalla pobrecita ella el padre mas lo q la maltrata .......un abrazo
ResponderBorrarEsta novela tiene personajes que detesto, como los padres de Elisa, pero hay otros como la nana que son simplemente encantadores. Ella ha sido una madre para ella, una madre alcahueta ademas... me encanta!
ResponderBorrar"Depositó en ésta un tierno beso que a ella le provocó fuertes sensaciones desconocidas, pero que le resultaron hartamente agradables. Una sutil corriente eléctrica le recorrió el cuerpo de pies a cabeza, sonrojándole las mejillas." Aqui creo que me derreti amiga, ahora no soy mas que una masa gelatinosa en mi silla...
Le tengo mucha fe a esta historia, me encanta, de verdad!!!
VAMOS POR TODO... AL INFINITO Y MAS ALLA!!! Seguiras cosechando exitos y un dia muy pronto vere esta historia como best seller, besos mil amiga!
y otro altar mas a la nana chata q señora pero si me la como es un amor y hará todo por su niña Elisa.
ResponderBorrardejarlos solos fue muy lindo de su parte.
conocerse Elisa y Damian y amarse de la manera en q se nota q se aman es el mejor regalo q se pueden dar mutuamente ... ahora solo espero q eso les dure mucho mucho !!!! aunq no todo puede ser alegría y felicidad pero esq q no se acabe tan pronto ...
ojala q don Fernando no se haya enterado porq si no ahora si arde troya !!!!
Que buen capitulo Kristell!! Fue genial, esperemos que Don Fernando no se haya enterado de nada, por que si no pobre nana... como adoro a esa viejita, es todo amor, todo ternura, se ve que quiere a Elisa más que si fuese su propia hija. Me encantan Damian y Elisa, espero que puedan estar juntos por muuuuucho tiempo. VAMOS POR TODO AVENGER!! Mil besos amiga :D
ResponderBorrarQue ha pasado?, por qué la nana Chata está como si la persiguiera del diablo?. Espero que no sea Corcuera, porque si no no se vuelven a ver hasta que las ranas críen pelo.
ResponderBorrarMe agrada mucho la nana.
Y la pareja de enamorados, que ricura
Estaba leyendo con una sonrisa todo el tiempo pero el corazon casi se me detiene al final. Esta super emocionante. Mil gracias por esta bella historia.
ResponderBorrarwow!! kriss!! me transportaste a esa bella época, me sentí parte de Guadalajara!!aaaaaa!! pero la insaciable q llevo dentro sufre por que quiero q los capítulos sean mas largos!...jejejejejeje
ResponderBorrarsigue así amiga!! excelente relatora!! tqm.
Hola de nuevo , a qui estoy cada vez mas entusiasmada con cada nuevo capitulo ,je je ahora que lo recuerdo seguro que le e despistado ,pues no tengo el mismo nombre ,pero eso tiene facil solucion soy la que le escribia con el nombre de chacho ,jajaj ,un beso `por ser asi de creativa como siempre .
ResponderBorrarKris adoro tu manera de eacribir, como con cada palabra nos trasmites tantas emociones y sentimientos....con tus frases me transportas a esa hermosa epoca....que bello sentimiento el q nacio entre Damian y Elisa....es q definitivamente el tiempo no importa cuando el corazon manda, y cuando conocemos al indicicado algo dentro nos lo dice y eso lo se por experiencia propia.....que vio y supp la nana para estar tan alterada????
ResponderBorrarHasta el proximo capitulo nena.....
Un beso :)
Es tan bonito el romance entre ellos, se ve que es un amor puro y sincero, ojala que no les toque tener muchos obstáculos. Me gusta mucho las descripciones que haces de como era Guadalajara en aquella época, casi es como si al leerte estuviera allá.
ResponderBorrarEspero que el papá de Elisa no los haya descubierto porque es capaz de golpear tambien a la nana, odio a ese hombre..!!
Muchas gracias por el capitulo Kristell, como siempre nos dejas con ganas de mas y a la espera del proximo. Un gran trabajo como siempre.
Nos leemos pronto y te mando un abrazo.
Ayyyy mi Kristell querida, I'm sorry, que llevaba un poco de retraso en tu historia, pero ya me he puesto el dia y ya no te fallo. Pero como me gusta esta historia llena de amor, son tan romanticos Damian y Elisa, que bueno que en tan poco tiempo esten tan enamorados, me encantan. Y la nana chata es maravillosa, me gusta mucho como cuida de Elisa como si fuera su propia hija, no como sus propios padres que son unos sinvergüenzas (por no decir cosas peores). Como siempre tu forma de describir es impresionante y en esta historia es super importante ya que hay que introducirse en una epoca que no hemos vivido, pero tu lo consigues. Muchas felicidades. Mil cariños.
ResponderBorrarHola, cuando regresas sigo esperando rus capitulos
ResponderBorrar