martes, 8 de octubre de 2013

CAPITULO III


Un fuerte portazo cimbró las raíces de la casa de la familia Corcuera Rivadeneira y su eco retumbó hasta la alcoba de Elisa, a quien, al sentirlo, le dio un vuelco el corazón y la hizo perder el equilibrio. Eso sólo podía significar una cosa, la entrevista de Damián y su padre había resultado un fiasco en toda regla. Atribulada, se dejó caer sobre la enorme cama con dosel que dominaba el centro de sus aposentos. Con la mirada perdida observó distraída los intrincados arabescos de madera que adornaban los pilares de su lujosa cama, las cortinas de seda en color blanco caían suavemente hasta el piso, cubierto con una alfombra persa con elaborados diseños en tonos ocre, verde opaco y marrón. Con movimiento autómata tomó uno de los cojines bordados y lo apretó a su pecho, como si creyera que su acolchonada textura fuera capaz de calmar su acelerado corazón que con cada sollozo contenido amenazaba con explotarle en el pecho, de la profunda ansiedad que estaba sintiendo ante la perspectiva siniestra que se abría delante de sus ojos: No volvería a ver a Damián. Ahora sí estaba convencida de eso. Su débil esperanza había muerto. Sus ojos se anegaron de lágrimas y al no poder contenerlas más las dejó salir con violentados espasmos que la hicieron temblar de pies a cabeza.

Suspiro tras sollozo fue expirando su conciencia. Lentamente, cansada de llorar, sus ojos se fueron cerrando hasta sumergirla en las penumbras del país de los sueños, un preciado lugar donde no existía un padre tirano ni una sociedad intransigente, ahí podía ser ella, ahí podía ser feliz…

El tenue silbido ululante del viento llegó hasta sus oídos y la trajo de vuelta a la realidad, sacándola de golpe de la dulce inconsciencia que había sido un bálsamo reconfortante que alivió su pesarosa realidad. Lentamente abrió los ojos, la habitación estaba totalmente en penumbras, tan sólo iluminada por el rayo de luna plateada que se colaba irreverente por la ventana abierta del balcón. Con movimientos suaves se incorporó para acomodarse mejor, su habitación estaba helada a causa del frío aire que entraba, pero no quería cerrar la ventana, admirar la inmensidad de la noche desde su lecho le proporcionaba una paz inusitada, sólo necesitaba cubrirse con el cobertor para calentarse. Al girarse para introducirse debajo de él, un sutil movimiento la sobresaltó, aguzó la mirada y le pareció ver una sombra junto a la pesada cortina de terciopelo de la ventana, estiró la mano para encender la lámpara de la mesita de noche y entonces lo vio, era él, su Damián.

-Apaga la luz –siseó Damián-.

-¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste? –Preguntó en susurros, Elisa-.

-Trepando por el árbol junto a tu ventana… Tenía que verte, confirmar con mis propios ojos que estás bien –hizo una pausa para tragar saliva-. Necesitaba comprobar que tu padre no te hizo daño…

-Estoy bien, no me ha hecho nada –mintió Elisa, agradecida de que la oscuridad le impidiera ver su magullado rostro-. Pero… tú… yo… creí que después de la discusión que tuviste con mi padre no te volvería a ver…

-Eso ni lo digas mi dulce ninfa –murmuro Damián, hincándose junto a la cama de Elisa y tomando sus frías manos entre las suyas, para colmarlas de besos- Te entregué mi corazón con ese beso, ¿acaso no lo sentiste?...

Instintivamente Elisa se llevó sus temblorosos dedos a los labios, claro que había sentido la intensidad de sus sentimientos, si ella misma le había entregado el alma en esa terraza. Sin embargo, a pesar de ese amor tan loco y precipitado, ella creyó que la ira de su padre había logrado separarlos, que eso que había nacido entre ellos era demasiado incipiente para tener la fuerza necesaria para enfrentarse a él.

-Sí, claro que lo sentí, pero aún así… pensé que después de cómo te corrió mi padre, de cómo te trató –Cerró los ojos un momento, tratando de ordenar sus ideas-. Creí que no te quedarían ganas de buscarme, de intentarlo…

-Ni mil ejércitos comandados por Fernando Corcuera serían capaz de separarme de ti, ángel mío –dijo con vehemencia, Damián-. Por ti bajaría al mismísimo infierno de Dante si fuera necesario… Mi Elisa, te me has metido en la sangre y de ahí ni el demonio en persona podría sacarte…

Las apasionantes palabras de Damián hicieron que las lágrimas de nuevo rodaran por las mejillas de Elisa, pero esta vez no eran de dolor, sino de la emoción desmedida que la embargó al comprobar que él correspondía su amor con la misma intensidad.

-Shhhh… No llores, por favor –La consoló Damián y estiró su mano para acariciarle el rostro y secarle las lágrimas, pero al rozar la venda que cubría los golpes que le había proferido su padre se paró en seco, estiró la mano para encender de nuevo la lámpara y al ver el deplorable estado de su dulce Ninfa trincó los dientes de coraje- ¿Quién te hizo esto? ¿Él, tu padre?

Elisa cerró los ojos y asintió con la cabeza, ni siquiera fue capaz de hablar, el rictus de ira que vio en el rostro de Damián la paralizó.

-¡Desgraciado infeliz! –siseó Damián cerrando tan fuerte el puño que los nudillos le palidecieron-. Ahora voy a enseñarle que a una mujer no se le maltrata de esa forma tan vil y menos si es su hija -masculló a través de sus apretados dientes y levantándose de golpe del suelo-.

Elisa lo agarró de la mano. No podía permitir que saliera de su recámara y enfrentara a su padre, él guardaba un arma en su buró, la sola idea de que pudiera herir con ella a Damián le estrujaba el pecho en un insoportable dolor.

-¡No, por favor, no vayas! –le suplicó con urgencia. Damián se detuvo ante su suplica, pero por dentro hervía de ira con puños ansiosos por partirle el alma a Don Fernando-. Te lo ruego, quédate conmigo –susurró con voz ahogada-.

La mirada de Damián se clavó en la suya, sus ojos azules estaban oscurecidos por la turbulencia de emociones que había ellos, la rabia era el que más proliferaba, pero también una creciente necesidad de proteger a Elisa… Deseaba tomarla en sus brazos y no dejarla ir, nunca…

-Por favor, no vayas –insistió Elisa con dulzura, aferrándose más a la mano que sostenía entre la suya-.

-No soporto ver cómo te maltrata ¿Cómo pudo pegarte de esa manera? ¿Qué clase de padre es? –Espetó Damián con dureza, arrastrando las palabras como si le costara hablar-. ¿Y por qué no me dejas defenderte? Necesitas a alguien que vea por ti, que no permita que nadie te lastime de esa manera… quiero ser ese alguien, amor mío…

Elisa sonrió débilmente y cerró los ojos, asimilando sus palabras, que eran un rayo de esperanza en su vida. No entendía como podía sentir tanto por alguien que apenas había conocido, pero el amor  había entrado en su corazón llenándolo por completo, ni una esquina le había faltado por invadir.

-Estás ofuscado y la rabia no te deja pensar con claridad –le contestó suavemente mientras acariciaba la fuerte mano de Damián-. Si tú vas ahorita con mi padre provocarás una tragedia griega, él tiene un arma –Elisa cerró los ojos, la sola mención de ese mortífero artefacto la sobrecogía-, y tú serás un intruso en medio de la noche en su casa, te disparará sin miramientos…

-No creo que lo haga, sería un escándalo social… Además, me importa un bledo lo que me haga…

-Pero a mí no sólo me importa un bledo, sino me importa muchísimo más, sólo de pensar que te lastime…-Elisa no pudo terminar de hablar, las lágrimas volvieron a sus ojos al imaginar lo que su violento padre le pudiera hacer a Damián si éste lo enfrentaba en ese justo instante-.

Damián no soportó verla llorar, se sentó en la orilla de la cama y la atrajo a sus brazos, consolándola, queriendo transmitirle todo su amor con ese abrazo para hacerla sentir mejor…

-Es… que… si… vas –Elisa soltó un fuerte suspiro ahogado-.

-Ya entendí, tranquila, no llores más, por favor… No lo soporto.

-¿No lo enfrentarás, verdad?

Damián soltó un titubeante “no”, a través de sus apretados dientes. Deseaba buscar a Don Fernando y romperle el alma a golpes, pero no soportaba ver sufrir así a Elisa… Ella le importaba mucho más que su rabia contenida.

-Gracias, muchas gracias –Exclamó Elisa, pegándose más al pecho de Damián, podía escuchar su agitado corazón dando tumbos dentro de él y tímidamente depositó un beso justo ahí donde los latidos vibraban más sobre su piel-.

-De nada, ángel mío –Dijo con dulzura y con suma delicadeza la separó de su cuerpo para tomar su cara entre la suyas, lo que le diría a continuación necesitaba hacerlo viéndola directamente a los ojos-. Pero algo sí te advierto, te sacaré de aquí, te llevaré lejos para cuidarte y protegerte… Te prometo que nunca más te golpeará de esa manera, primero tendría que pasar sobre mi cadáver. Elisa, sé que es precipitado, pero no necesito más tiempo para saber que eres tú, que sólo contigo quiero vivir mi vida hasta que exhale mi último aliento… Amor mío, ¿Tú quieres lo mismo? ¿Deseas pasar toda tu vida con este loco enamorado?

-Nada deseo más que eso, que tú seas ese hombre que llene de amor mis días y mis noches…

-Sobre todo las noches –la interrumpió Damián, con una sonrisa sugerente, depositando un tierno beso en sus nudillos-.

Elisa se sonrojó hasta la coronilla, pero no se sintió incómoda, al contrario, una oleada de calidez le recorrió la piel desde la punta de la cabeza hasta la uña más chiquita del dedo meñique del pie; imaginar sus noches junto a Damián, en sus brazos y con sus labios, era una emoción nueva, pero excitante, y de pronto se sorprendió deseándolo con desenfreno, jamás había sentido algo así, pero el pudor se esfumó y algo desconocido la invadió, quería sentirlo, quería besarlo, deseaba que la amara y la hiciera suya…
Damián notó enseguida el cambio en la mirada de Elisa, sus tiernos ojos color castaño se tornaron de pronto ardientes, había un singular fuego en ellos, sabía perfectamente que era deseo, en los de él centellaba lo mismo. Unas irrefrenables ganas de abrazarla, de besarla y hacerla suya lo invadieron, pero se apeó al último gramo de cordura que le quedaba, tenía que salir de ahí, deseaba yacer junto a ella, pero no así, Elisa merecía el cielo y el mundo entero a sus pies, primero debía convertirla en su esposa…

-Debo irme ahora mismo -. Farfulló con la voz quebrada por el deseo-. Un minuto más aquí y no respondo de mí…

Elisa tragó saliva, las palabras de Damián le retumbaron en ciertos lugares oscuros de su cuerpo, los que jamás creyó que pudieran reaccionar de esa manera tan intensa, a la voz grave y aterciopelada de Damián, que le había provocado escalofríos y una creciente ansiedad pringada de deseo. La educaron para ser una dama, pero el amor por él era más fuerte que todo.

-Quédate conmigo –exclamó con determinación-.

Damián cerró los ojos y sacudió la cabeza. No podía creer lo que ella había dicho, sus palabras acrecentaron la llama que ardía en su interior, la deseaba tanto que dolía, literalmente. Respiró con dificultad, debatiendo en su interior, quería amarla y demostrarle toda la pasión que le hacía sentir, probarle con sus caricias todo el amor que siente por ella; pero sabía que no era lo correcto, no podía insultarla de esa manera, ella no era cualquiera, Elisa era su ninfa, su elegida, la mujer para toda su vida…

-Elisa, ángel mío, no debo… Antes de hacerte mía, primero daremos el Sí ante el altar… Te amo y quiero que tu primera vez sea siendo mi esposa.

-Yo también te amo –murmuró Elisa-.

-Lo sé y pronto estaremos juntos. Te lo juro…

Damián se inclinó para darle un tierno beso en los labios, pero el fuego contenido se elevó hasta su garganta, acelerándole el pulso y encendiendo sus ya de por sí estimulados sentidos; su boca descendió a la de Elisa y la devoró con total frenesí, invadiéndola de a poco con su pasión. Ella le respondió con igual intensidad, su inexperiencia impregnaba el beso de una ternura arrobadora. Pasión y ternura enzarzados en una danza que iba más allá del erotismo, mucho más allá…

Con el mayor cuidado del que fue posible se separó de ella. No quería romper el contacto, pero era imperante que lo hiciera, un segundo más en sus labios y su determinación de esperar  sus esponsales se iría al demonio. Se puso de pie, depositó un beso en la frente de Elisa y se acercó a la ventana. Desde ahí la miro y salió, la oscuridad de la madrugada lo engulló entre sus sombras, protegiéndolo así de ser descubierto.

-¡Dios, después de eso merezco un monumento! –exclamó para sí, una vez en la banqueta, fuera de la casa de Elisa-.

Una sola idea dominaba la mente de Damián durante todo el trayecto a su casa: Sacar a Elisa de esa tenebrosa casa, hacerla su esposa y protegerla toda la vida. Cuando al fin fuera suya y pudiera arroparla entre sus brazos jamás nadie la volvería a dañar, él la protegería de todo mal, incluso si ese mal era su propio padre, ese despiadado señor jamás la volvería a maltratar y mucho menos ponerle una mano encima. Elevó la vista y lo juró por todos los cielos, a partir de ahora sería su fiel centinela, le procuraría amor y cuidado hasta más allá de la vida misma.

Esa madrugada ya no pudo hablar con sus padres, cuando llegó a casa ya estaban durmiendo. Esa conversación lo tenía inquieto, sus padres eran muy compresivos, lo amaban y buscaban su felicidad, pero también eran muy nacionalistas, le habían inculcado la idea que debía casarse con una mujer alemana y no sabía cómo iban a tomar la noticia de que su futura esposa era mexicana. Sabía que si la conocían, también la amarían, Elisa es tan dulce que con facilidad se ganaría su simpatía, pero la cuestión era lograr que quisieran conocerla. Conseguir que sus padres hicieran a un lado sus prejuicios patrióticos era toda una odisea, pero confiaba en que podría, apelaría al gran amor que se profesaban sus padres, ellos seguían enamorados después de tantos años juntos, seguro entenderían que en las cosas del corazón la razón no tiene nada que objetar, cuando el amor hace su aparición en escena todo lo demás sale sobrando.

Las pocas horas que faltaban para que amaneciera se la pasó dando vueltas en la cama, no pudo conciliar el sueño en ningún momento, por lo que faltando minutos para que dieran las seis de la mañana se levantó y entró al baño a darse una ducha de agua fría, se demoró un poco más de la cuenta bajo el chorro revitalizador de la regadera, necesitaba despejar la mente y estar totalmente lúcido y despierto para hablar con sus padres. El tema era serio, conversar de su indiscutible próximo matrimonio con Elisa no era cosa fácil.

Sus padres eran personas madrugadoras, se levantaban siempre con el primer rayo de sol de la mañana, así que cuando entró al comedor ya estaban a la mesa esperando que les sirvieran el desayuno. Como era su costumbre, a ambos los saludó de beso en la mejilla. No era bien visto que los hijos varones tuvieran esas muestras de cariño con sus padres, pero a la familia Metzger esos convencionalismos les venían guangos, eran una familia unida y se querían entrañablemente, no había razón de peso válida para no demostrárselo, al contrario, para ellos era importante hacerse notar mutuamente el infinito cariño que se profesaban, eso reafirmaba el vínculo entre ellos.

-Madre… Padre… Debo comunicarles algo de gran importancia –exclamó Damián solemnemente, mientras vertía el café humeante sobre su taza, le gustaba casi a punto de hervir, sin crema ni azúcar, así, negro y fuerte, para él era la mejor manera de activarse cada día-. He conocido a la mujer que en breve se convertirá en mi esposa.

Gerald Metzger estaba dando un sorbo a su te de yerbabuena cuando Damián soltó de sopetón su anuncio y de la impresión casi escupe el caliente brebaje sobre la mesa, lo que le provocó un acceso de tos al tratar de evitarlo. A Carlota Metzger también la tomó descolocada la noticia, tuvo que llevarse las manos a la boca para ahogar el grito que le había subido directo desde el fondo de su ser. No es que no desearan que su hijo encontrara el amor y que uniera su vida a una buena mujer alemana que lo hiciera feliz, es sólo que la noticia fue tan intempestiva que los tomó desprevenidos, no era algo que esperaran a tan temprana hora de la mañana, mientras tomaban el desayuno. Más, sin ningún tipo de advertencia o anuncio previo.

-Hijo, no pudiste siquiera esperar a que termináramos de desayunar para soltar semejante noticia –exclamó Gerald seriamente, pero con un dejo de humor en el tono de voz-. Que casi me ahogo de la sorpresa…

-Sí, Damián, nos has dejado atónitos –terció su madre y en sus ojos notó un cierto brillo de emoción-.

Damián notó que su anuncio había alegrado a sus padres a pesar de lo imprevisto que fue, lo que de cierta manera lo tranquilizó un poco. Suspiró profundo, aún faltaba una parte de la información y no estaba convencido que les cayera tan bien.

-No podía esperar… es de imperiosa necesidad casarme con ella cuanto antes…

-¡Oh, Dios mío! –Lo interrumpió su madre alarmada-. Espero que no sea lo que pienso.

-¿Qué has hecho Damián Metzger? –Acotó en tono grave su padre-.

-No es lo que piensan, no mancharía así el honor de una dama –Soltó un bufido recordando que estuvo casi a punto, la noche anterior-. Me educaron como un caballero y aprendí bien la lección, no tienen nada de que preocuparse.

Sus padres se relajaron visiblemente. Por un segundo habían pensado lo peor: que su hijo había deshonrado a una jovencita y ahora tenía que casarse. Si bien él era hombre y ese tipo de actos no se los reprochaba la sociedad machista de Guadalajara (que siempre se portaba benevolente con el género masculino), para ellos sí era algo reprobable. Una jovencita inocente es inexperta en esas lides y si cae ante la seducción de un caballero, la culpa es de ambos, y aún más del hombre, quien busca deliberadamente ese desliz. A los Metzger no les parecía el trato tan disparejo que la sociedad daba a los hombres y a las mujeres por el mismo acto; a ellas las juzgaba con una tirana severidad, mientras que a ellos se les disculpaba, siendo que por experiencia son los más culpables.

-Es un alivio escuchar eso, hijo mío –exclamó Doña Carlota, claramente aliviada-. Me decepcionaría mucho de ti, de haber manchado la reputación de alguna inocente jovencita.

-Sabes que nosotros pensamos muy diferente al machismo generalizado en esta sociedad. –Declaró Don Gerald-. Me alegra que esas lecciones que con tanto cariño te inculcamos hayan dado frutos y hoy seas un hombre cabal.

-Gracias y les juro que no tienen nada de qué preocuparse. –Reiteró Damián-. El motivo que me urge a casarme no es otro que el amor… Elisa me ha hechizado, por difícil que sea de creer, me enamoré de ella desde que la vi, mi corazón no se equivoca, la amo y quiero hacerla mi esposa cuanto antes…

Damián metió freno a sus palabras para meditar si era lo más sensato platicarles a sus padres el maltrato de Don Fernando sobre Elisa. Gerald Metzger era un férreo defensor de los derechos de la mujer y lo más seguro es que se sintiera indignado por la situación, lo que sembraría animadversión hacia su consuegro. No es que deseara que entre sus padres y los de Elisa hubiera una buena relación, en el fondo sabía que jamás la habría debido a lo contrario de sus ideologías, pero tampoco deseaba que el ambiente durante los preparativos y la boda fuera tirante. Después de la bendición del sacerdote, los padres de Elisa podían irse al cuerno, él la alejaría de ellos, la protegería de ellos. Principalmente de él, su padre. A la madre de Elisa no la conocía, pero si había permitido que su marido diera tal golpiza a su hija, seguro era igual de despreciable que él.

-Hijo, entiendo que el amor llegó a tu vida, pero sigo sin comprender la urgencia… -espetó Don Gerald, mirándolo suspicazmente- ¿Hay acaso algún impedimento?

Damián tragó saliva. Esa parte es la que aún no había logrado resolver. Fernando Corcuera había sido más que claro, lo quería lejos de su hija, aún recordaba letra por letra sus palabras:
“Ni en un millón de años permitiré que te cases con Elisa, petimetre… Mi hija se casará con quien yo decida y con quien a mí me convenga…”
Cuando las escuchó de la despreciable voz del padre de Elisa, a Damián le había hervido la sangre. Cómo era posible que fuera tan déspota, él no podía manejar la vida de ella de esa manera, no era su dueño, tan sólo su padre.

-Impedimento como tal, precisamente, no… pero algo hay de eso –masculló Damián-.

-Explícate por favor, que no hemos entendido nada –dijo, Doña Carlota, claramente confundida-.

-El padre de Elisa es un poco –Hizo una pausa buscando las palabras idóneas, algo que lo definiera sin despertar la suspicacia de sus padres-. Chapado a la antigua y… tiene otros planes para ella…

-¿No te quiere a ti como su marido? –Acotó su padre, sin preámbulos-.

-No exactamente así… -Menudo lío estaba metido, no existía forma de explicar su urgencia sin contar la verdad-.

-Damián, te conozco demasiado bien, algo nos estás ocultando- afirmó Doña Carlota, mirándolo con ternura-. Confía en nosotros, te queremos y siempre te hemos apoyado.

-¿Qué nos ocultas, hijo? –Insistió su padre-.

Damián miró a sus padres seriamente, en su interior seguía debatiéndose de contarles o no toda la verdad. Los segundos pasaron y una débil tensión flotó en el aire, dificultándole el pensar con claridad. “Camina siempre con la verdad por delante, hijo, te allanará el camino y te hará mantener la frente en alto. No manches nunca tus labios con la mentira ni tu conciencia con la omisión”, las palabras que desde niño le repitió constantemente su padre le alumbraron de pronto como un relámpago, tenía que contarles todo, nunca les había ocultado ni falseado nada a sus padres, no iba a comenzar a hacerlo ahora.

-Conocí a Elisa en el baile de los Fernández del Valle –Dijo de pronto, les iba a relatar los acontecimientos con lujo de detalles-. Desde que la vi en medio del salón, radiante y sonriente me cautivó. Después le tocó sentarse delante de mí, me pasé la cena admirándola, es tan bella –sonrió al recordar los bellos rasgos de su amada-. Cuando la orquesta empezó a tocar la busqué y bailé con ella toda la noche… Es tan grácil y frágil –los ojos de Damián centelleaban ilusionados-. Al dar inicio el primer impase del baile salimos a la terraza a respirar aire fresco. Ahí no pude resistirme y… la besé.

-¡Qué romántico! –exclamó encantada su madre-.

-Sí, pero eso no es bien visto, hijo –terció su padre, en tono severo-.

-Lo sé, pero el impulso fue más fuerte, no creí que pasara a mayores porque además no estaba jugando con ella, pensaba acercarme a su padre más tarde y solicitarle una entrevista privada  para pedirle su consentimiento para cortejarla, es más, quería que me acompañarás a hacerlo, pero el acontecimiento se adelantó…

-¿Se adelantó?

-Sí… su padre nos sorprendió en la terraza –soltó un fuerte suspiro-. Reaccionó muy mal, hasta un tanto violento…

-¡Oh, Dios mío! –Exclamó su madre- ¿Te peleaste con él?

-No, madre… ganas no me faltaron, pero respeté sus canas y sus años, aunque anoche casi no me contengo…

-¿Anoche? –Preguntó su padre-.

-Fui a hablar con el padre de Elisa… -Bufó Damián- El señor es tan intransigente…

-¿Y quisiste liarte a puños porque no te permitió ver a su hija? –Pregunto contrariada, su madre-.

-No, madre, cómo se le ocurre… Eso es lo de menos… Es que… -miro a sus padres, estaban expectantes, así que sin más soltó la bomba-. La golpeó terriblemente, le rompió la boca…

Doña Carlota Metzger ahogó un grito y abrió mucho los ojos de la impresión, estaba atónita, no podía creerlo, un sentimiento de angustia se le instaló en el pecho, no conocía a Elisa, pero si su hijo la amaba, merecía toda su consideración y simpatía. La reacción de Gerald fue la que su hijo esperó, estaba indignado y molesto, sus ojos refulgían de coraje…

-¿Golpes? ¿A una hija? ¡Eso es demasiado vil! ¿Qué clase de desalmado es? –Dijo alzando la voz-.

-Ya ves por qué tuve que hacer acopio de mi fuerza de voluntad para contenerme –masculló Damián-. Es por eso mi urgencia, quiero casarme con ella y sacarla de ahí, protegerla…

-Ahora comprendo, hijo… Cuenta con nuestro apoyo –Don Gerald se acomodó en el asiento y se puso a meditar cómo ayudar a su hijo.- ¿Cómo se llama el padre de la muchacha?

-Es Don Fernando Corcuera del Castillo, padre.

Un silencio sepulcral se instaló en el comedor. Los apellidos habían revelado mucho más que todo lo que Damián les había contado hasta ese momento. Ambos se miraron sin discreción, no sabían cómo asimilar esa información, la mujer de la que su único hijo se había enamorado no era alemana…

-¿Por qué se miran así? ¿Por qué el silencio? –Urgió Damián, aunque sabía perfectamente la respuesta-.

-Creo que no necesitamos decírtelo, de sobra sabes por qué –dijo en tono parco, su padre-. No es alemana…

-¿Cómo es posible, hijo? –Preguntó angustiada, su madre- Estoy contrariada…

-¿Se oponen a que me case con ella? –Pregunto de tajo, sin rodeos-.

Damián los miró con expresión contrita. Si bien estaba un poco temeroso de su reacción, no pensó que existiera la oportunidad de que se opusieran a su enlace, ellos tan de mente abierta, tan de pensamientos revolucionados. No, no podía creerlo. Sin embargo, el silencio abrumador que se extendió entre ellos era como una afirmación, el semblante severo y adusto de sus padres no le revelaba mucho y a la vez le decía todo, no le darían su bendición para la boda, estaba seguro. Pues bien, al diablo, si no me apoyan, igual me casaré… me llevaré a Elisa lejos y seremos felices, pensó Damián.

-Supongo que el que calla, otorga –aseveró entre dientes, levantándose de la mesa-. Me hubiera gustado que me apoyaran, pero ni modo, no se puede tener todo en la vida…

Los Metzger no dijeron nada, seguían en silencio, meditando. Al ver que no reaccionaban, Damián dio media vuelta y se dirigió a la salida. Era más fuerte su amor por Elisa que cualquiera otra cosa.

-Espera –espetó Don Gerald-. No te vayas…

Damián se giró y lo miró expectante, tenía los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada le ardía.

-Siéntate, hijo… por favor –lo conminó su madre, suavemente- Vamos a hablar tranquilamente…

Regresó a la mesa, pero no se sentó, se quedó de pie, frente a ellos, observándolos impaciente, esperando que dijeran algo.

-No debes ser tan impulsivo, Damián… En ningún momento dijimos que no te apoyaríamos –protestó su padre-.

-Pero… tampoco dijeron que sí –masculló-.

Don Gerald Metzger sonrió con complacencia, su hijo siempre tan acelerado, tan impulsivo, le hacía falta paciencia, pero eso era algo que sólo los años le darían, su hijo sufría del mal de la juventud: demasiado ímpetu y poca prudencia.

-Estábamos asimilando la noticia… Nunca dijimos ni sí ni no… -dijo cariñosamente, doña Carlota-.

-Damián, habríamos preferido que la mujer que eligieras para casarte fuera alemana, pero eso no significa que nos opongamos a tu boda… -exclamó su padre-.

-En el amor no se manda, hijo mío… Y si estás seguro de amarla, nosotros no somos nadie para oponernos. –Dijo su madre-.

-¿En serio? ¿Me apoyan? –Preguntó incrédulo-.

-Claro, hijo… Siempre… Somos tus padres, te amamos y queremos tu felicidad. Iré a hablar con Fernando, lo conozco y sé perfectamente cómo coaccionarlo para que acceda a la boda. –Declaró Don Gerald, con contundencia-.

-Gracias, muchas gracias… Y disculpen por mi arranque de irascibilidad… Creo que el encuentro con el padre de Elisa me dejó ciscado.

-Te entendemos, hijo –dijo su madre, suavemente-. Sólo te pido que nunca dudes de que te queremos y deseamos la felicidad para ti… Tal vez al principio nos sorprendió y tomó desprevenidos la noticia, pero si lo que sientes es amor verdadero por esa jovencita, ten por seguro que cuentas con todo nuestro respaldo…

Damián se acercó a sus padres y los abrazó, conmovido. A su consideración, no habían mejores padres en todo el mundo. Toda la ansiedad y nerviosismo que tenía se desvaneció por completo, con ellos de su lado, apoyándolo como siempre lo hacían, incondicionalmente, lograría casarse con Elisa lo antes posible.

De pronto, una urgente necesidad de verla lo apremió. Elisa debía saber que tenían el apoyo de sus padres, que todo saldría bien y nada ni nadie, ni siquiera Don Fernando Corcuera y todo su rancio abolengo podrían separarlos. Súbitamente corrió hacia la puerta, no podía esperar más, quería verla y lo haría en ese instante.

-¿A dónde vas? –Lo detuvo su padre-.

-A verla… Necesita saber que todo saldrá bien –respondió apurado-.

Damián salió como alma que se la lleva el diablo. En un inusitado corto tiempo llegó a casa de Elisa, iba dispuesto a todo, tocaría el timbre y exigiría verla, pero cuando estuvo a punto de hacerlo reflexionó mejor, ese arrebato podría costarles mucho, era mejor ser precavidos. Dio algunos pasos atrás y se apoyo en un árbol a observar los movimientos de la casa, en algún momento encontraría la manera de entrar, así tuviera que esperar a que se ocultara el sol para subir a escondidas a su balcón, como lo había hecho la noche anterior. Los minutos pasaron lenta y agonizantemente, llevaba ya casi una hora mirando fijamente hacia la casa, cuando una señora de andar pausado salió, iba vestida sencillamente y su cabello gris estaba recogido en un complicado chongo detrás de la cabeza. Su aspecto era humilde, pero su porte, digno. Damián clavó su mirada en ella, había algo en su rostro que inspiraba confianza, no sabía cómo explicarlo, pero su intuición le decía que esa señora lo ayudaría. Esperó agazapado a la sombra del árbol a que atravesara el prolijo camino de piedra que había de la puerta de entrada a la reja, la vio abrirla y salir a la banqueta, la señora tomó el camino contrario al suyo, así que se dispuso a seguirla, no habían avanzado más de dos cuadras cuando la señora se giró y lo fulminó con la mirada, levantando amenazante el paraguas que llevaba en la mano.

-¡No se me acerque o lo acabo a paraguazos! –gritó con temple de hierro- ¿Por qué me sigue? ¿Qué quiere?

Damián levantó las manos en son de paz, pero no pudo evitar sonreír ante la imagen de la amable señora echando chispas y amenazándolo con golpearlo.

-Tranquila, no soy ningún delincuente ni quiero hacerle daño. –Aclaró sin bajar la guardia- ¿Usted trabaja en casa de la Familia Corcuera? ¿ Elisa está bien?

Al escuchar el nombre de su niña, la nana Chata se puso aún más alerta.

-¿Cómo sabe el nombre de mi niña Elisa? –Preguntó con cuidado-. ¿Quién es usted?

A pesar del semblante adusto, Damián pudo ver la nobleza en los ojos de la nana de Elisa, de inmediato comprobó que sus instintos no se equivocaron, ella era de fiar.

-Soy Damián Metzger…

-¡Oh, Dios mío! –lo interrumpió y su expresión cambio de súbito- Mi niña me habló de usted, jovencito… ¡Ay, pero qué imprudente, cómo se le ocurre acercarse a la casa, no quiero ni pensar que habría pasado si lo ve Don Fernando! –soltó un fuerte suspiro la nana- ¡Ay, muchacho de porra, éste, pero qué ganas de buscarle tres pies al gato, sabiendo que tiene cuatro!

Damián no pudo evitar soltar una risa ante el folclórico dicho de la señora. Pero su sonrisa más que nada fue porque ella le había hablado de él, lo que quería decir que le importaba.

-Necesito hablar con Elisa… es imprescindible que la vea –suplicó con ahínco-. ¿Usted puede ayudarme?

-No sé, joven… Don Fernando está más estricto que nunca…

-Por favor, se lo suplico...

La nana se lo quedó mirando fijamente, analizándolo, y le gustó lo que descubrió en la franca mirada de Damián. Había amor en sus ojos, de eso no le quedaba duda, quería a Elisa y eso para ella valía oro. Quería ayudarlo a verla, pero temía por su niña, si su padre los descubría, ahora sí la mataba a golpes.

-Qué más quisiera yo, pero es que mi niña correría mucho peligro si la descubren…

-Precisamente por eso quiero verla, necesito decirle que mis padres nos apoyan… Quiero casarme con ella, señora –Cerró los ojos, con visible angustia-. Quiero alejarla de su padre y protegerla, hacerla feliz, amarla y cuidarla…

La nana levantó una mano para que detuviera su perorata. No necesitaba oír nada más, podía sentir en las palabras del joven que era sincero, de verdad quería salvar a su niña de su padre, ese desalmado que la trataba tan mal. Y eso, para ella, era argumento de peso para convencerla.

-No soy señora… Soy la nana Chata –aclaró enfática- Y sí, voy a ayudarte…

-Muchas gracias, nana –exclamó Damián eufórico y la abrazó-

-No me las des todavía –lo acotó y se soltó de su abrazo-. Primero deja ver si puedo hacer que dejen que mi niña me acompañe… Espéranos en el Gran Salón Excélsior a las cuatro de la tarde, haré todo lo que esté en mis posibilidades para llevarla ahí a esa hora…

-Ahí estaré… No importa cuánto se tarden, ahí la estaré esperando hoy, mañana, pasado o hasta que se pueda…. Dígaselo, por favor.

La nana sonrió satisfecha, ese joven de verdad amaba a Elisa, sus años de experiencia no se equivocaban.

-Se lo diré y haré lo posible por llevarla, pero no prometo nada.

-No importa… igual esperaré.

Y dicho esto se dio media vuelta para alejarse, pero la nana de Elisa lo detuvo.

-Joven Damián…

-Sí, dígame, nana –le dijo cariñosamente, si esa señora quería tanto a su Elisa, se merecía todas sus consideraciones y afectos-.

-¿Sabe rezar?

-Sí, claro… soy católico.

-Qué bueno… pues rece, y no sólo para que Dios me ayude y pueda llevarla, sino también para que no se entere de ese encuentro Don Fernando, de llegar a sus oídos esa cita… ¡Que el cielo nos agarre confesados!

22 comentarios :

  1. mira q es intrépido el DAMIAN pero totalmente entendible ... trepar por un árbol hasta la ventana solo para ver a su Elisa ... ya no hay de esos definitivo Damian suma puntos en el ranquinkg de HOMBRES PERFECTOS.
    si las palabras q le dijo declarandole todo su amor no fue lo mas romántico del mundo mundial ... no se q sea no bueno si se SANTIAGO ... no serán parientes algo así como su tataranieto bisnieto o pariente perdido??? ... ok me centro en esta historia... un altar si definitivo como DAMIAN no es de este mundo !!!! q hombre tan romántico y caballeroso pero esq aveces es necesario eso de PIERDEME EL RESPETO jajajaja aunq solo tiene un pero !!! no es nada bueno en dar las noticias mira q comunicarles asi de zopeton q conoció a la mujer se su vida y q sera la dueña de sus quincenas jajajajaja pobres de los papá de Damian jajajajajaja
    GERALD tiene todo mi cariño y respeto por dios pero q cambio de familia sin conocer a Elisa ya la defiende aunq la bomba q les solto Damian al decir q es Mexicana no les cayo asi q digamos muy en gracia pero ya la conoceran si las mexicanas somos taaaaan lindas jajajajajaja lo q Elisa necesitaba APOYO y el caballero de la brillante armadura y su familia la van a salvar a q si .. verdad q si ... dime q siiiiii.....
    la nana ay dios la nana Chata !!! es q q señora tan encantadora pero si los años no pasan con los ojos cerrados ver el mismo amor en los ojos de su niña Elisa y en los del guapo de Damian faltaba mas si es la pieza q faltaba para esa gran familia q se esta formando


    awww el amor el amor!!!! amiga ni q decirte q el capitulo me ha encantado !!!!

    te quiero amiga :D

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    1. Jelly, amiga linda, como siempre tu comentario me ha cautivado, me encanta la manera en que interpretas, que analizas y todo; siempre ves los puntos de inflexión del capitulo, tienes la capacidad de ver las partes importantes, eres una lectora muy analítica.
      Damiám es un hombre a la vieja usanza, todo un caballero, romántico y sobre todo entregado a la mujer que ama.
      Los papas de Damián son geniales, pero sobre todo, unos padres que aman entrañablemente a su hijo y están dispuestos a cualquier cosa por su felicidad.
      La nana como dices es encantadora, y la experiencia que le han dado los años es maravillosa, por algo es la consejera de Elisa, y al parecer, ahora, la celestina de DAmiám.
      Besos, amiga
      tqm

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  2. Oh por Dios pero que hombre mas romantico y dedicado... Definitivamente todavia deberian existir hombres asi!!!

    Un besazo y EXITO!!!

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    1. Glady, tienes todisima la razón, Damián no sólo es romántico, es decidido, va por lo que quiere y ni quien lo detenga...
      Besitos y mil gracias preciosa

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  3. AMO A DAMIAN!!!! Me encanta, definitivamente quien dijo que el romance esta pasado de moda???
    Me encanta tambien la dinamica de la familia Metzger, totalmente distinta a la familia de Elisa. Donde se anota uno para que le asignen una nana alcahueta... ay lo que me habria servido tener una asi en mi juventud...
    Y a don Fernando le diria... sabe rezar??? Pues pidale a Dios que yo no lo encuentre, porque donde lo vea por ahi mal parqueado lo pico con el machete, ya lo tengo bien afiladito!!
    Amiga sabes que soy fan de tu trabajo y que le tengo mucha fe a esta novela... VAMOS POR MAS, VAMOS POR TODO... EL ESPACIO INFINITO ES NUESTRO LIMITE!!! Besos mil!

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    1. Amiga, mil gracias por tus palabras!!!!!!!
      Creo que Damián no sólo se gano el corazón de Elisa en tres capítulos, sino también el tuyo, pero es que es imposible no quererlo, es tan caballeroso, romántico, decidido, todo un caballero de radiante armadura.
      Las familias son polos opuestos, las caras distintas de una moneda, como bien dices, y la familia de él es un núcleo de tres repleto de amor. La nana es lo máximo, pero es que adora a Elisa, es como su hija, ella hace lo que debería hacer su mama: apoyar, aconsejar y guiar a su hija.
      Ay pues que se esconda Don FEr porque conociendote le das con el machete hasta por debajo de la lengua... jejeje
      Muchas gracias amiga, y sabes que el sentimiento es mutuo, yo también soy fan de tu historia...
      tqm
      VAMOS POR TODO... NO HAY LIMITES... MÁS ALLA DE LAS ESTRELLAS, MUCHO MÁS ALLÁ...

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  4. balla historia es mui bonita y es una historia de amor se ve ke tiene keser preciosa

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    1. -Muchisimas gracias Josefa, si es una historia de amor muy bonita...
      te mando un beso...

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  5. como siempre kris!! me sorprendes, me encanta tu relato!! y por supuesto la feminista q llevo dentro ADORA a ELISA!!
    para mis ganas y mis ansias muy corto el capitulo.
    sigue así amiga!! te felicito.

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    1. Muchas gracias amiguita May... Es bueno saber, pero sobre todo halagador, que tengo la capacidad de sorprender, mil gracias por mencionarmelo...
      Si, Elisa tiene ese aire rebelde que poco se ve en las mujeres de esa época...
      Te mando un beso enorme, amiga tqm

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  6. awwwwwww Damian!!! que lindo es!!! mira que trepar en un arbol para ver a Elisa!, pocos como el y cada vez mas escasos... y sus papas, los mejores del mundo!!! y la nana chata como bien te dije antes, es como una nana debe ser bien alcahueta!!!, jejejeje, ya espero con ansias el siguiente capitulo!!! felicidades Kriss excelente historia!!!

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    1. Mi querida amiga Ro, gracias por dejarme tu comentario, me encantan tus palabras...
      Y como bien dicen pocos como Damián, escasos en estos tiempos sino es que totalmente extintos. Sus papas son punto y aparte, lo máximo, súper diferentes a los de Elisa, ese es un punto clave muy clave... jejeje
      La nana se lleva las palmas, es como dices, alcahueta tal cual debe ser...
      besitos nena y muchas gracias
      tqm amiga

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  7. Sin palabras me he quedado. Me encanta, Damian se ha ganado a la nana Chata, solo espero que pueda hacer posible el encuentro. Por lo menos cuentan con el apoyo del matrimonio Metzger

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    1. Tere, amiga, gracias por leerme mi querida HC...
      A ver que pasa, esperemos que la nana logre ese encuentro, porque si no pobre Damián, ahí se quedará esperando a su Elisa...
      Besitos y gracias por comentar...

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  8. Que romantico, puro amor... Amo esta historia... Felicidades Kristell ahora a esperar el próximo capitulo.

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    1. Muchisimas gracias Isabel... Si es super romantica, una historia de amor que dejará huella... besos

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  9. ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy mi kriss!!! mas que suspirona me puse con este capitulo... se extrañan los hombres románticos al punto de Damián!!!! me encanta que haya conocido a nana chata.. que viejaza esa!! me dan ganas de abrazarla!!! Viejo pesado ese!!! ahhhhhhhhhhhhhh ya no puedo esperar por el próximo...
    besosssssssssssssss
    Caro!!

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    1. Carito mil gracias por tu comentario amiga...
      Si puro suspirar y suspirar este capitulo, romanticismo puro...
      La nana es lo maximo, como dices, una viejaza... y super alcahueta jejeje
      Besitos amiga...

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  10. Estoy enamorada de Damian..!!! Es tan romantico, definitivamente quiero un hombre asi. Con esto ya puedo ver que la relación de Elisa y Damián será tan bonita, aunque se que no la tendrán nada facil con el papá de Elisa.
    Me alegra que tendrán un complice, la nana de Elisa, y se que ella les ayudará a que puedan verse y estar juntos.
    Esta historia va a gustarme mucho, estoy segura.
    Gracias por el capi Kristell, como siempre cada capitulo es igual de bueno. Espero con ansias el siguiente. Nos leemos, y te mando un abrazo.

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    1. Danita, ay si, es que es imposible no enamorarse de Damián, creo que ya formaremos el club de fans jejeje...
      La relación de Elisa será hermosa, ya veras, con un hombre tan dedicado y caballeroso no puede ser de otra manera...
      La nana adora Elisa y hará todo lo que este en sus manos para conseguir su felicidad.
      Gracias a ti por leer y comentar nena... te mando muchísimos besos

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  11. Oh Dios!! No había comentado este capítulooo!! Me disculpo por esooo!! Es que generalmente lo leo desde mi celular y no tengo la sesión iniciada allí!! Genia, genial, genia, genial!! Damián es lo más lindo que ronda en esa épocaaaa!! muerooooooooooooooooooooo!!! :D Ojalá tengan más suerte ambos en su amorrr!! Hermoso capi amiga como siempre!! Un besote Colombianoooooooooooooooo!!

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    1. Mi peque linda muchisismas gracias por tu comentario. En serio, mil gracias, si ya me hacia falta jejeje...
      Siiii Damiaaan es geniaaaal, me encantaaaa. Es todo un caballero andanteeee...
      besitos mil mi peque avenger!!!

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